sábado, 11 de febrero de 2012

La prostitución antes y ahora


     Desde tiempos muy remotos el hecho de ofrecerse sexualmente a cambio de bienes materiales es una costumbre social que ha ido experimentando un gran cambio debido a la evolución de las personas y de la sociedad que hemos creado. En las eras más primitivas los hombres del poblado ya intercambiaban relaciones sexuales a cambio de bienes, comida, cobijo... Los hombres alfa de las tribus podían elegir las mujeres que consideraban idóneas para reproducirse y procrear. Pasados ya muchos años las costumbres han ido evolucionando, estando la prostitución muy marcada en la historia, pasando por la era babilónica, el Antiguo Oriente, la Grecia Clásica, el auge del Imperio Romano y las más recientes edades Moderna y Contemporánea.

     La prostitución no ha existido desde siempre como tal. Bien es cierto que, tal y como se ha comentado antes, en las primeras sociedades primitivas se intercambiaban placeres sexuales por objetos, pero no es hasta que la tecnología del neolítico hubo rebasado ciertos límites que la prostitución deja de ser una necesidad para muchas mujeres y pasa a formar parte de otro tipo de sociedad muy distinta y más parecida a la actual en la que los bienes materiales de cada individuo determinaba su rol en la población. Es entonces cuando a las mujeres que practican dicho oficio pasan a ser propiamente llamadas prostitutas, que lo único que buscan es aumentar su calidad de vida en relación con el resto de personas de la sociedad utilizando la complacencia de las necesidades fisiológicas de las personas.

     Han pasado muchos años desde esos orígenes, pero la definición de prostitución es la misma: mantener relaciones sexuales con otras personas a cambio de bienes, en el caso de la actualidad dinero. Pero lo verdaderamente sorprendente no es esa invariación del significado, si no el gigantesco cambio que ha hecho la sociedad con respecto a la visión que se le tiene. Paulatinamente hemos ido tachando a las prostitutas de no tener una ética o una moral y de ser un grupo vergonzoso y despreciable, aunque eso no sea así. ¿Cómo se ha transformado un oficio antiguamente admirable y casi necesario a una práctica que deba ser erradicada de inmediato? Seguramente se encontrarían muchas respuestas a esta pregunta, pero cada respuesta pertenecería a un punto de vista distinto y no a una visión global de la sociedad actual.

     A partir del siglo XVI la prostitución pasa a ser ilegal en la mayoría de países, incluida España, pero no dejó de ser un negocio floreciente y con aportaciones de muchos beneficios para quien lo practicase. La Iglesia católica ha pasado de verla como un acto que debía ser eliminado con urgencia a un yugo que mantenía a las mujeres esclavizadas por su condición social y que debían ser liberadas y perdonadas. Ahora estamos atravesando otra etapa de intransigencia por parte de la Iglesia que opina que la prostitución es un pecado grave e incluso deleznable. En la Edad Moderna, durante el renacimiento las prostitutas no podían ejercer en la calle ya que podían ser sancionadas incluso con la cárcel.

     En gran parte la prohibición y posterior regulación de estas prácticas fue debida al gran número de enfermedades de transmisión sexual que se detectaron y que acababan con la vida de muchas mujeres y de algún hombre. Hoy día está muy regulado pero es legal ofrecer servicios sexuales a cambio de dinero en la mayoría de países, exceptuando EE.UU. y algunos países árabes. La dura regulación actual incluye la prohibición de prostitución callejera y el obligado uso de métodos anticonceptivos como los profilácticos para los hombres.

     Otro punto a tratar cuando se habla de prostitución es la inclusión no tan reciente de los hombres en estas prácticas, que ha dado lugar a numerosos debates sobretodo en el ámbito religioso. Hay muchos hombres que ofrecen servicios sexuales a cambio de dinero, aún siendo una minoría. Ya se consta la presencia de varones en estas prácticas en la Grecia Clásica, que no sólo ofrecían sus servicios a las mujeres, si no que entablaban relaciones con personas del mismo sexo. Años más tarde las duras penas que se aplicaban a los prostitutos, aún mayores que las aplicadas a las prostitutas (sobretodo si complacían sexualmente a otro hombre), dieron lugar a la rápida dispersión de este reducido colectivo que hasta hace muy poco se mantenían en el anonimato. No fue hasta los años sesenta y setenta que volvieron a surgir poco a poco después de una serie de duras represiones que sacudieron el mundo entero.

     Desde mi punto de vista la prostitución no es un oficio por el que se deba estar avergonzado, ya que aún no siendo un trabajo reconocido o bien remunerado es una forma como otra cualquiera de ganarse la vida, aunque a la sociedad no le parezca políticamente correcto ni ético; y de seguir con esta actitud podría llegar a desaparecer, cosa improbable a corto plazo y acabaríamos con una tradición milenaria. Puede ser que en años venideros la óptica de la gente haya cambiado bastante y las cosas que ahora pensamos que son de una forma pueden llegar a ser de otra forma muy distinta.

     En resumen y para concluir, la prostitución ha sido, es y será un hecho presente en esta sociedad que busca mejorar la calidad de vida, entre otras cosas supliendo las necesidades fisiológicas de los humanos como comer o complacer los deseos sexuales, y dependiendo del pensamiento de la gente en cada época se considerará de una forma o de otra.

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