viernes, 21 de diciembre de 2012

Fin del mundo

     Dejadme hablar y os contaré qué es lo que veo...
     El cielo se tornará rojo, y en él se dibujará la figura de Ek Chuach, el dios del inframundo, y, con la llamada de todos aquellos cuyas almas impías corrompen el mundo, saciará su sed durante otros tantos años. Invocará una poderosa lluvia de meteoros que arrasará todo por completo, y la temperatura irá en aumento. Entre tanto, una gran tormenta solar atravesará el espacio hasta llegar a las inmediaciones de la atmósfera terrestre, modificando así el flujo electromagnético y eliminando toda la electricidad que pueda existir. Ek Chuach desaparecerá entre esas olas de fuego y destrucción, no sin antes arrasar todas las tierras de cultivo y hacer desaparecer ríos enteros. El núcleo terrestre se verá altamente modificado y los seísmos tomarán control absoluto sobre la corteza terrestre, abriendo grietas de las que rezumen temperaturas infernales, activando todos los volcanes a la vez y fragmentando las placas tectónicas. Eso provocará un tsunami de proporciones épicas, con varios cientos de quilómetros de altura y capaz de recorrer todos los continentes en pocos minutos. El filtrado del agua dentro de las grietas que conducen directamente al núcleo incandescente provocarán una petrificación inmediata de éste, paralizando la vida del planeta drásticamente. De entre la niebla emergerá un ser cuya sabiduría prevalece aún entre nuestros días, siendo maestro indiscutible de toda nuestra profesión: el gran Michel de Nôtre-Dame (Nostradamus para los amigos). Él invocará el poder de las estrellas para salvar a los pocos afortunados de la catástrofe y castigará a todo aquél que no creyó en él ni en sus profecías. Los Dioses estarán con él, y en él está nuestra salvación. Cuando la lluvia de estrellas se haya encargado de devolver el poder a Nostradamus, éste invocará a los cinco jinetes del Apocalipsis, siendo el quinto un último participante de última hora y encarnando la economía. Con un fulgor dorado y caído del cielo aparecerá Jesús, encargado de castigar a todos aquellos merecedores de la furia divina (véase homosexuales, ateos, comunistas, extranjeros, musulmanes y, en general, casi todo el mundo) y llevándose a los que se han ganado el cielo (monjes, curas, ricos, fascistas, pedófilos...). A su lado aparecerán otras personalidades como Mahoma, Yahveh, Ja, Jehovah, Buda y muchos más. Sus diferencias les llevarán a la gran guerra de guerras, la guerra Divina de la Muerte, que destruirán todo lo que quede en pie y fragmentará las almas de todo aquél desafortunado que se cruce en su camino. Entretanto un enorme meteorito atravesará la atmósfera e impactará de lleno en la estepa rusa, levantando un manto de cenizas y polvo, eliminando así toda esperanza posible. La Vía Láctea impactará con Andrómeda, creando tal sucesión de supernovas y agujeros negros que el continuo espacio-tiempo se plegará sobre sí mismo, creando un vórtice tetradimensional y llevando el Universo al inicio de todo y el fin de nada.