sábado, 30 de junio de 2012

10 guerras (título provisional) - Prólogo

Ahora que dispongo de más tiempo libre en las vacaciones de verano, me he dispuesto a embarcarme en varios y ambiciosos proyectos, y aquí traigo una muestra de uno de ellos, a modo de capítulo piloto (aunque se trate más bien de un prólogo). En fin, a ver si en unos días logro retomar todo este circo de una forma un poco más fiel y activa.




     La naturaleza del ser humano ha sido estudiada hasta la extenuación, escudriñando hasta el más mínimo detalle con tal de entender el porqué de nuestra forma de ser. Cada persona no es más que una minúscula pieza de un amasijo inmenso, de un organismo con vida propia. El problema radica de la conflictividad entre dichas piezas, cuando dejan de formar parte de este entramado social para pasar a ser gente "única", gente cuyos intereses están por encima de los del resto, gente que cree saberlo todo y en realidad ni se reconocen ante un espejo.

     Cuando dotas de libre albedrío a los miembros que componen un mismo grupo, cabe la posibilidad de que los conflictos entre las ideas de cada uno acaben por destruirlo; no obstante, a veces es necesario la pérdida de los lazos que unen a estos miembros para poder avanzar. Es en la heterogeneidad de pensamiento lo que hace que el ser humano haya evolucionado como ha evolucionado. El control en la mente de las personas, la manipulación del punto de vista, la demagogia en su estado puro... son factores que, tarde o temprano, acaban desmantelando este complejo sistema, degenerándolo y llegando a una cruda batalla en la que todo el mundo se involucra en cierto modo.

     Todas estas reflexiones son las que se perdieron por completo en la historia que aquí nos trae...

     Hablo del año 2039, un año difícil de olvidar para las generaciones venideras pero que marcará un antes y un después en la historia de nuestra existencia. Es una época complicada, la crisis de valores ha llegado a su máximo esplendor, despojándonos de cualquier conciencia moral que en otras épocas marcó la vida de las personas. Los escrúpulos, meras sombras de lo que en un tiempo representaban, brillan por su ausencia, y la conciencia colectiva alzó el vuelo para perderse entre cualidades tales como el egoísmo o la indiferencia. La era de la información veía venir su fin, hasta el más rastrero mindundi era capaz de manipular todo aquello que llegaba a la población, hasta tal punto que uno no se podía fiar ni de lo que veía: este desconcierto y desconfianza fueron la mecha de un polvorín que se incrementaba año tras año. La indignación generalizada fue otro factor a tener en cuenta, cuando la gente tomó conciencia de lo que pasaba y arremetía contra el poder dominante, cada vez más contundentemente. De hecho, diariamente se podía observar una protesta u otra, a cada cuál más violenta y agresiva que su predecesora, transformando las calles en auténticos campos de batalla.

     Se acabaron formando dos grupos, dos conglomerados de gente que lo único que buscaban el poder para poder imponer al resto su forma de pensar. Unos defendían la libertad, una falsa libertad que embelesaba a todo aquél incapaz de razonar, cegado por las luces de un futuro utópico e irrealista que se le prometía alcanzable. Los otros opinaban que el cambio sólo era una excusa para arrebatarles el poder que ostentaban, una treta del pueblo para tomar las riendas de un caballo indomable. De todas formas, no sería justo englobar a todo el mundo en cuaquiera de los dos grupos con sendas ideas vacías de contenido: se podrían catalogar como un reducido grupo, por decir algo, de personas que realmente piensan pero cuyas voces son acalladas con el fragor del conflicto. Aunque, bien mirado, y acorde a lo que he dicho unas líneas antes, cada uno no es más que una pieza, sí, pero una pieza con alma propia y, supuestamente, capacidad para pensar por sí misma. Por desgracia, sólo una minoría es capaz de controlar a una mayoría, y ese no es más que el motivo del inicio del feroz enfrentamiento entre estos dos bandos, desembocando en la 3ª Guerra Mundial.