viernes, 29 de septiembre de 2017

Soledad multitudinaria

Sí, si yo lo entiendo. Es complicado darse cuenta, pero ahora no hay marcha atrás. Estoy lejos, muy lejos de mi casa, y no existe un lugar. Ese lugar. Mi lugar. No levanto la mirada esperando buscar caras conocidas, la levanto esperando no encontrar caras. Aunque, bueno... no, en realidad no la levanto. De mis labios sale poco más que un eco reverberante, una lacia sonrisa y ni una brizna de brisa. Un muerto en vida.

Y esos sentimientos. Esos sentimientos. Camina, no mires, pasa, sigue, acelera, vista al frente, ya no te ven... respira. Respira. Respira. "Hoy será el día". No. No lo será. Cien caras. Doscientos ojos. Todos juntos, es... imposible. Como tratar de escalar una montaña con las manos desnudas. Imposible.

Hablan. Dicen algo. Una fugaz mirada, una risotada y una complicidad ajena. Sabes que es por ti. Pero no lo sabes. Ni lo sabrás. Crees en ello porque no hay alternativa. Mírame, soy pusilánime, frágil, una mierda. Y aún así, con demasiado ego para no ser yo. Sí, soy yo. Hablan de mí. Todos. Me juzgan. Me miran. Me critican. Soy peor que cada uno de ellos, y lo saben. Soy una farsa. Soy horrible. No puedo. No puedo, no puedo, no puedo.

Y allí está. Una mano tendida, una sonrisa amable, una mirada cándida. Uno a uno. Esa es la estrategia. Uno a uno. El tiempo será eterno, pero más profundo llega mi mente. ¿Por qué? ¿Por qué yo?

Solo. Quiero estar solo. No quiero estar solo. Estoy solo. Otra vez. Solo.