lunes, 30 de abril de 2012

Ausencia probablemente prolongada

¡Hola a todos! Si miráis la fecha del último relato y la comparáis con la de este texto veréis que he estado un poco inactivo durante un par de semanas. Y no, no me ausento por gusto. Empecé esto como un hobby, y hasta ahora es entretenido; el problema viene cuando mis obligaciones pasan a ocupar todo el tiempo del que dispongo al cabo del día. Por si a alguien le interesa, soy estudiante de 2º de bachillerato, y estoy en medio de unas fechas muy críticas. Selectividad me acecha día tras día quitándome el sueño, los exámenes finales se agolpan en mi agenda y todo el temario del curso corretea alegremente por dentro de mi humilde cabecita estudiantil. Ese sería el cuadro normal de un estudiante estándar al llegar al final del curso; el problema es que en mi caso hay un agravante a tener en cuenta: soy un vago. Sí, lo reconozco, no he dado palo al agua en todos estos meses, y ahora me toca enmendar mis errores estudiando el doble que el resto para aprobar todas las recuperaciones. Si lo juntamos todo, obtenemos un desmesurado estrés que puede hacer mucho daño a un pobre chavalito como yo. Bueno, vale, me lo tengo merecido, en eso estamos de acuerdo. Por eso procuro no quejarme mucho y asumirlo filosóficamente como bien pueda. Y bien, todo esto vendría a ser una excusa para ausentarme un período indefinido de tiempo, que va desde una semana hasta los dos meses (incluso podría extenderse hasta más allá de las vacaciones veraniegas). Así que nada, quiero transmitir un mensaje de paz a la población: estaré bien, sólo que no estaré aquí. Y dicho esto, ¡hasta pronto!

PD: Lo sé, dije que haría algo especial para este 23 de abril y nanay de la China. No os preocupéis, lo tendréis pronto. Con retraso, pero todo llegará.

lunes, 9 de abril de 2012

La guerra de los cubiles

     Realmente hace mucho tiempo, cuando las alimañas correteaban felices sin temer nada y los peces salían a pasear tranquilamente por las montañas había dos islas dejadas de la mano de Dios, en una guerra constante por el control de los mares colindantes. Cada isla estaba controlada por un clan: por un lado, la isla que estaba más al oeste, llamada Curda; por el otro, la que estaba más al este, llamada Dídimo. Ambas eran enemigas desde tiempos antediluvianos, más que nada porque aún no habían llegado al Gran Diluvio, también llamado Noah's Joke, pero esa es otra historia. En ambos ambientes isleños, la población estaba compuesta básicamente por conejos, muchos conejos, de los que corretean por el mar mientras las sardinas pasean por el monte; conejos de todo tipo: altos, bajos, blancos, marrones, con topos, a rayas... En definitiva, de todo tipo. Pero no confundamos los términos, dado que había una característica que los agrupaba en dos clanes, correspondientes a las dos islas: Los habitantes de Curda tenían la particularidad de que estaban hechos básicamente de chocolate. Sí, en efecto, chocolate. No hace falta mencionar las elevadas tasas de canibalismo que esto suponía. Por contra, los habitantes de Dídimo no estaban hechos de chocolate, al contrario: eran de carne y hueso. La particularidad que a estos correspondía no era otra más que la de su carácter ovíparo. Sí, has oído bien, estoy hablando de conejos que nacían de huevos. Y una vez descritas las dos tribus, será mejor comenzar la historia que me trae hoy por aquí, que no es otra que la famosa leyenda conejil que se oye por todas partes, quizás demasiado distorsionada, aunque fue el motivo que les llevó a la guerra constante...

     Los conejos curdianos eran básicamente famoso por sus reposterías: Incluso se seccionaban partes de su propio cuerpo para dar más sabor a sus reconocidísimos pasteles y tartas, y añadían el sirope que les fluía por las venas. Pero un buen día, para dolor de todos los habitantes de la isla, se quedaron sin materia prima, unos precioso huevos que eran puestos por bellas aves de colores vivos y cánticos angelicales, dado un hecho bastante curioso y que es conveniente comentar: Los curdianos se alimentaban básicamente de sus creaciones de chocolate y azúcar, por lo que su digestión era más bien accidentada, dando como resultado unas deposiciones más bien pastelosas, deshechas y quizás algo líquidas. Pronto, el océano que rodeaba la isla fue obteniendo un degradado terroso muy negativo para el turismo, hasta alcanzar tal punto que sólo los mismo habitantes de la isla se atrevían a seguir viviendo en ella. Claro, sin huevos con los que cocinar, tuvieron que urdir un plan digno de un estratega de mente privilegiada: Ir hasta la otra isla sin ser detectados y robar todos los huevos que pudieran. Esta maquiavélica treta dio unos resultados asombrosos, pero por poco tiempo; los conejos didímicos se acabaron dando cuenta, principalmente por la caída en picado de sus tasas de natalidad. Muy enfadados con la tribu vecina, se dispusieron a elaborar su propia estratagema, que se detalla a continuación: Inocular con un poderoso veneno diversos huevos repartidos por toda la isla. Los resultados fueron los esperados, pero con ciertos problemas técnicos...

     En efecto, aunque los desesperados conejos de chocolate de la isla Curda seguían robando huevos de Dídimo, morían cada vez a mayor velocidad, ya que, obviamente, todos los platos de repostería resultaban envenenados. No obstante, y dado la gran limitación intelectual que caracterizaba los conejos ovíparos, no eran capaces de distinguir los huevos envenenados de los que no lo estaban; al quebrar el cascarón de los nonatos en los huevos solían salir efluvios extremadamente tóxicos, producto del veneno introducido. Tuvieron que deshacerse de una importantísima remesa de huevos para mantener la integridad física de los habitantes. En un alarde de asombrosa ocurrencia, a alguien se le ocurrió pintar de color vistosos todos los huevos, pero siguiendo un patrón, bastante abstracto y demasiado complejo como para ser explicado aquí. De esta forma, estaban seguros de que el huevo que incubaban era seguro y los que se llevaban eran tóxicos. Así, prosperó los conejos de la isla de Dídimo, mientras que los de Curda rozaban la extinción.

     Y por increíble que parezca, he de decir que ambas tribus prosperaron, convirtiéndose en famosísimas civilizaciones borradas del mapa el día que a alguien se le ocurrió crear al ser humano. En efecto, los humanos convirtieron estas leyendas en tradiciones milenarias, inventándose su propio origen y celebrando en su lugar fantásticas fiestas para celebrar la primavera. Pero aún se conservan los nombres de las islas: Se dice que algunos humanos realizan estas celebraciones con curdas a diestra y siniestra, mientras que otros lamentan la falta de sus dídimos y por ello se dedican a buscar los ya fosilizados huevos perdidos coloreados.

viernes, 6 de abril de 2012

La gran aventura de Al - Capítulo 2

     Al llegó a una extensa explanada y apagó el motor para no gastar más gasolina. Bajó de un salto y, con la mano a modo de visera miró el horizonte buscando a alguien para preguntar dónde estaba. Evidentemente, no encontró a nadie, ya que estaba en las llanuras de la Soledad, una gran extensión lejos de su pueblo Libertigualfraternal; de hecho, estaba alejado de cualquier resto de ser humano. El aire era cálido y el suelo arisco, con algún arbusto de vez en cuando. Llegados a este momento, Al decidió volver al coche y seguir hacia el horizonte hasta llegar a algún sitio. Pero cuando estaba a escasos metros de él, bajo sus pies el suelo comenzó a temblar; se apartó justo a tiempo, ya que donde estaba apareció del suelo un topo con gafas, casco y pico. El topo se limpió la tierra de la cara y miró atentamente a Al:
-Hola, me llamo Obrero-12508 y me han enviado aquí porque has entrado en nuestro territorio. Estás arrestado.
- ¿El qué? ¿Cómo has dicho?
- Hola, me llamo Obrero-12508 y me han enviado aquí porque has...
- ¡Cállate! Ya te había oído la primera vez. ¿Pero por qué estoy arrestado?
- Entrar en nuestro territorio está castigado con arresto inmediato y dos años en el calabozo, así que...
- ¡Ja ja ja! No me hagas reír, por favor. ¡Si apenas me llegas a la cintura!
- Tú lo has querido... -Nada más decir eso, Al notó un pinchazo en la espinilla y cerró los ojos durante unos segundos...

     Cuando los abrió de nuevo, el topo había desaparecido, y en su lugar había un pequeño agujero oscuro y que emanaba una densa niebla. Al se dirigió hacia el monovolumen, pero en cuanto sacó las llaves, el coche comenzó a convertirse en arena y a deshacerse delante de sus ojos, igual que las llaves que sostenía. De repente, un estruendoso ruido recorrió el cielo y en éste apareció un temible y horrendo arco iris a siete colores. Las nubes se volvieron suaves y esponjosas, el cielo de un añil suave y muy desagradable. Por entre las nubes volaban pegasos rosas y azules, montados por osos pequeños y de peluche de variados colores. Aterrizaron alrededor suyo entre veinte o mil, todos mirándole fijamente:
- ¿Qué queréis de mí? -preguntó tembloroso Al- ¿Qué os he hecho yo?
- ¿Tú? Nada, que nosotros sepamos... -dijo el que parecía le jefe de los jinetes- Hemos venido aquí de vacaciones.
- ¡Ah! Bueno, entonces no pasa nada... Espero que disfrutéis de vuestra estancia aquí.
- Debes saber que nuestros pasatiempos favoritos son la destrucción, la aniquilación y la masacración.
- Vaya, eso cambia bastante las cosas. ¿Entonces no vais a la playa? Ahora que comienza a hacer calor...
- No, no nos gusta la playa, somos más de bañarnos en el gran volcán de nuestro planeta.
- ¿Cómo se llama, vuestro planeta?
- El nombre oficial es Libertigualfraternal, y tengo entendido que nuestra embajada está por aquí cerca. 
- Ahora que pienso... ¿Vuestra embajada la fundaron los franceses?
- Enviamos hace mucho tiempo algunos habitantes de nuestro planeta, dirigidos por un general llamado Napoleón, y ellos se instalaron en Francia. Pero vamos, les pedí máxima discreción, no creo que montaran mucho alboroto; se supone que no los tiene que conocer nadie de este planeta. Seguro que no te suenan de nada los nombres Adolf Hitler, Alberto Mussolini, Francisco Franco, Gengis Kan o Belén Esteban.
- Pues no, no tengo ni idea de quién hablas.

     Al acabar de pronunciar estas palabras, comenzaron a llover alfileres ardiendo; por suerte, Al siempre lleva encima su paraguas metálico ignífugo con rayas. Quitó los peces de encima y lo abrió justo para evitar que se le clavaran los alfileres. Mientras tanto, los ositos morían delante suyo entre sangre, vómitos y fuego, igual que los pegasos. En ese momento, el suelo se convirtió en un grandísimo mar y Al se hundía rápidamente debido a su paraguas. Cuando creía que se iba a ahogar, apareció una sirena y lo sacó del agua; una vez fuera, siguieron volando por el cielo. La sirena dejó caer a Al sobre un sofá con alas que iba a velocidad supersónica. Por suerte, la televisión estaba encendida y echaban el partido de ajedrez, partido que Al llevaba tiempo esperando, pero debido a la velocidad a la que iba, no podía escuchar a los comentaristas y apagó la tele, frustrado. Fue entonces cuando se dio cuenta de que algo extraño pasaba. ¿Pero el qué?

jueves, 5 de abril de 2012

Sonríe

     Aunque el día sea gris, aunque las nubes cubran el limpio gigante azul, aunque la densa niebla te atrape: sonríe. No te desesperes, no sufras, no sucumbas ante la adversidad: sonríe. En esa recóndita y profunda chispa de esperanza, sí, en esa que lucha por sobrevivir, cuya voz no podrá ser jamás apagada, en esa, estás tú. Brillando con luz propia, iluminando el camino de cuantos han perdido el rumbo, de aquellos que no son capaces de encontrar atisbo de felicidad en ningún sitio, estás tú. La oscuridad no es algo que debas temer, las tinieblas no son óbice para que no puedas progresar; al contrario, son el comienzo de algo nuevo, algo esplendoroso, algo maravilloso que aún está por venir. Por eso digo: sonríe.

     Una cosa sí que voy a decir, y aunque peque de osado, quizás me vuelva pesado, pues hablo de tu porvenir; debes prestarme atención, no con leal devoción, sólo pido algo de atención: la vida no es terreno peligroso, tampoco una senda en la que confiar; pues ¿qué es?, te preguntarás. Ay, quién lo supiera, ¿quién lo sabrá? Nadie, sólo tú, capaz de dirigir, sentenciar, el rumbo de un velero que ha zarpado ya... Por eso digo: sonríe. Indefinido es el horizonte, límite por excelencia de algo que no tiene fin como es la vida. ¿Quién sabe lo que te encontrarás, o en qué ensenada te detendrás? Te contaré un secreto, algo que todos sabemos pero nadie se atreve a decir, siquiera mencionar: Esa persona, que otea el infinito como algo conocido, que avizora por igual lo cercano que lo lejano, que logra deshacer y rehacer los entresijos más ocultos, eres tú. Aquél que alumbra sin temor, aguardando la más temible desdicha, por afán de ver lo desconocido y querer ir más allá de lo que nadie ha visto u oído; sí, ése, eres tú. Por eso proclamo, aquí y donde haga falta, una simple idea surgida de entre las más complejas tesituras: sonríe.

     El miedo, el temor, la tristeza, la desesperación, son, en definitiva, sentimientos intrínsecos de cada ser, la cruz de la misma moneda cuya cara no solemos ver. No te dejes llevar por sentimientos que no merecen perdón, sentimientos desagradables por antonomasia, ya que dentro de ti, en alguna parte, aguardando está un profundo recuerdo que debo revelarte. Sí, la vida puede parecer dura si se mira desde abajo, pero atrévete a subir, trepa sin temor, ya que lo que te aguarda arriba no tiene comparación. Éstas son, en definitiva, mis palabras; tenlas en cuenta, pero no las tomes como ley. Úsalas con cabeza, ten conocimiento de causa, son meras directrices de alguien que pudo encontrarlas, no por que alguien se las dijese, o las oyese de algún sabio, no; son las palabras de quien encontró esperanza en su vida. Por eso digo, ¡exijo!, una única palabra que resume en sí toda esta parrafada: sonríe.

miércoles, 4 de abril de 2012

Parajes idílicos - Prado verde

     El canto de los pájaros acaricia mis oídos mientras los escucho plácidamente, y la brisa fresca de la mañana pasa rauda por entre la hierba. El sol resplandece con fuerza en lo alto del cielo azul, calentándolo todo y dando una sensación veraniega muy agradable. Los gorriones y las golondrinas corretean por el suelo, buscando algo de comida o quizás una agradable sombra bajo la que poder reposar. El sonido del riachuelo lejano salpicando las rocas cercanas me adormece paulatinamente. Al fondo puedo observar una pequeña arboleda, proyectando una sombra en la que las ardillas y otros animales corretean y retozan sin preocupaciones, libres y felices. Paso las manos rozando la hierba, por entre mis dedos cojo una brizna y observo el verde intenso mientras mis párpados caen muy lentamente. con los ojos cerrados, mis oídos se agudizan y logro apreciar la belleza real de este lugar. El sonido de la pequeña cascada del riachuelo, el zumbido de los pequeños insectos, el sonido, a lo lejos, de un numeroso rebaño de ovejas con sus cencerros... Me sumo en un profundo sueño del que no quiero escapar nunca más.

martes, 3 de abril de 2012

Ya llega San Jorge

Pues sí, ya estamos en abril, el mes de las mil aguas. La primavera ha venido y nadie sabe cómo ha sido, pero San Jorge aún no. Y dado que ese día, el 23 de abril, es el día internacional del libro (además de mi santo), pues he pensado en hacer algo especial. Quizás no distinto, pero sí más grande, ya miraré el qué. Mientras tanto, iré cavilando a ver qué puedo añadir que sea nuevo y atraiga más gente. Está claro que será algo relacionado con la lectura, pero quién sabe. Aún así, alguna idea fugaz ya se me ha pasado por la cabeza. A los que quieran saber qué pasará ese día, paciencia, que todo llega. Y a los que no, que os zurzan, porque será algo espectacularmente espectacular. He dicho.

lunes, 2 de abril de 2012

¿De qué sirve?

¿De qué sirve decirle al mundo lo que sentimos si nos escondemos detrás de una máscara de falacias? ¿De qué sirve poder hablar con medio planeta si no sabemos expresarnos ante quién tenemos delante? ¿De qué sirve buscar la felicidad lejos si somos incapaces de encontrarla cerca? ¿De qué sirve expresarnos con sinceridad para luego hipocratizar el planeta con nuestras lenguas viperinas? ¿De qué sirve quejarnos sin aportar soluciones? ¿De qué sirve establecerse unas metas en la vida si nos encadenamos a ellas? ¿De qué sirve querer volar libres si nos gusta vivir encadenados a todos aquellos que gustan subyugarnos? ¿De qué sirve hacer lo que más nos gusta si lo que venga a continuación será peor? ¿De qué sirve soñar en vano? ¿De qué sirve construir un futuro, si ya hemos destruido el pasado? ¿De qué sirve buscar amor si sólo se encuentra odio? ¿De qué sirve luchar por nosotros mismos si ni nosotros mismos sabemos por qué luchar? ¿De qué sirve creernos distintos, si somos todos iguales? ¿De qué sirve creernos todos iguales, si somos distintos? ¿De qué sirve sentirnos bien cuando alguien se siente mal? ¿De qué sirve ser el mejor en algo, si ya no tiene sentido mejorar? ¿De qué sirve el placer si luego llega el dolor? ¿De qué sirve, en definitiva, vivir? ¿De qué sirve?