viernes, 21 de diciembre de 2012

Fin del mundo

     Dejadme hablar y os contaré qué es lo que veo...
     El cielo se tornará rojo, y en él se dibujará la figura de Ek Chuach, el dios del inframundo, y, con la llamada de todos aquellos cuyas almas impías corrompen el mundo, saciará su sed durante otros tantos años. Invocará una poderosa lluvia de meteoros que arrasará todo por completo, y la temperatura irá en aumento. Entre tanto, una gran tormenta solar atravesará el espacio hasta llegar a las inmediaciones de la atmósfera terrestre, modificando así el flujo electromagnético y eliminando toda la electricidad que pueda existir. Ek Chuach desaparecerá entre esas olas de fuego y destrucción, no sin antes arrasar todas las tierras de cultivo y hacer desaparecer ríos enteros. El núcleo terrestre se verá altamente modificado y los seísmos tomarán control absoluto sobre la corteza terrestre, abriendo grietas de las que rezumen temperaturas infernales, activando todos los volcanes a la vez y fragmentando las placas tectónicas. Eso provocará un tsunami de proporciones épicas, con varios cientos de quilómetros de altura y capaz de recorrer todos los continentes en pocos minutos. El filtrado del agua dentro de las grietas que conducen directamente al núcleo incandescente provocarán una petrificación inmediata de éste, paralizando la vida del planeta drásticamente. De entre la niebla emergerá un ser cuya sabiduría prevalece aún entre nuestros días, siendo maestro indiscutible de toda nuestra profesión: el gran Michel de Nôtre-Dame (Nostradamus para los amigos). Él invocará el poder de las estrellas para salvar a los pocos afortunados de la catástrofe y castigará a todo aquél que no creyó en él ni en sus profecías. Los Dioses estarán con él, y en él está nuestra salvación. Cuando la lluvia de estrellas se haya encargado de devolver el poder a Nostradamus, éste invocará a los cinco jinetes del Apocalipsis, siendo el quinto un último participante de última hora y encarnando la economía. Con un fulgor dorado y caído del cielo aparecerá Jesús, encargado de castigar a todos aquellos merecedores de la furia divina (véase homosexuales, ateos, comunistas, extranjeros, musulmanes y, en general, casi todo el mundo) y llevándose a los que se han ganado el cielo (monjes, curas, ricos, fascistas, pedófilos...). A su lado aparecerán otras personalidades como Mahoma, Yahveh, Ja, Jehovah, Buda y muchos más. Sus diferencias les llevarán a la gran guerra de guerras, la guerra Divina de la Muerte, que destruirán todo lo que quede en pie y fragmentará las almas de todo aquél desafortunado que se cruce en su camino. Entretanto un enorme meteorito atravesará la atmósfera e impactará de lleno en la estepa rusa, levantando un manto de cenizas y polvo, eliminando así toda esperanza posible. La Vía Láctea impactará con Andrómeda, creando tal sucesión de supernovas y agujeros negros que el continuo espacio-tiempo se plegará sobre sí mismo, creando un vórtice tetradimensional y llevando el Universo al inicio de todo y el fin de nada.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Adiós, Luís Martín

El siguiente texto no son más que unas pocas líneas a modo de despedida hacia un profesor que se ha jubilado recientemente en mi instituto (y hacia el que tenía un gran respeto y admiración). 


     A lo largo de todos estos años como estudiantes hemos tenido muchos profesores, algunos mejores que otros, pero está claro que sólo unos pocos permanecerán en nuestra memoria. Un profesor no es sólo aquél que instruye en una materia, también pone a nuestra disposición su experiencia y sus conocimientos para formarnos como personas y poder así hacer frente a lo que nos depare el futuro. La física no es una asignatura fácil, ni tampoco algo que entienda todo el mundo, pero personas como tú la hacen más sencilla y cercana, con tu pasión, tu vocación y, en definitiva, tus ganas de hacernos ser mejores tanto en los estudios como en la vida real: nuestra futura vida real. Sabemos que educarnos puede resultar frustrante y algo agotador, pero con tu empeño, casi nunca suficientemente valorado, y tu interés en formarnos, que a veces no sabemos ver, has hecho de nosotros grandes personas. Han sido muchos años de esfuerzos y trabajo duro, que aunque no han sido en vano, seguro que acaban cansando. No hemos sido los primeros, pero sí los últimos, y está en nuestras manos que te vayas con la satisfacción de que no has perdido el tiempo y nos has enseñado más de lo que nadie se puede llegar a imaginar. Es hora de que disfrutes muchos años más de una vida plena haciendo lo que te guste, quizás aprendiendo cosas nuevas, quizás relajándote y dejándote llevar, pero ten por seguro que siempre permanecerás con nosotros, vayamos donde vayamos y hagamos lo que hagamos. Permítenos ofrecerte un pequeño obsequio por tu gran labor, que aunque no podamos compensarte como te mereces, nos gustaría dejarte con un buen sabor de boca.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

El árbol

     La brisa acariciaba dulce y plácidamente las briznas de hierba de la colina verde. En lo más alto, en la cima, encabezando el montículo en mitad del prado había un árbol, un elegante y adusto árbol, haciendo las veces de atalaya y oteando el basto horizonte. Los rayos luminiscentes del sol chocaban contra todas y cada una de las hojas de este árbol, rezumantes de fresca fragancia y anhelantes de volar libres con los pájaros, surcando el cielo azul, salpicado de esponjosas y nevadas nubes. Proyectaba en el suelo una sombra, una agradable sombra, un oasis de somnolencia rodeado de la claridad de los despejados cielos. Esa sombra servía de alfombra a las frágiles y temblorosas flores, tan radiantes y coloridas como el arco iris cruzando los vientos, impasible pero flexible. Algunos tímidos roedores se atrevían a retozar colindantes al tosco tronco, entre los aromas de la madera musgosa y la hierba fresca, si preocuparse de posibles depredadores bajo la protección que brindaba el imponente árbol.

sábado, 13 de octubre de 2012

Terror químico

     -... entonces se deduce que el agua es capaz de absorber el calor cedido por la reacción química gracias a... el incremento de las entalpías responde a un decrecimiento... la cantidad de calor se puede medir según la energía recibida por el agua de la disolución... si tenemos en cuenta la entropía del sistema podremos ver... una simple resta entre los factores... resulta la ecuación... en un equilibrio... la energía interna... molaridad... factores...

     Cuando volví a abrir los ojos ya no oía a la profesora de química. Lo más extraño es que seguía allí, frente a la pizarra, gesticulando y moviendo los labios mientras escribía con la tiza, pero sumida en el más absoluto de los silencios. Giré la cabeza y vi a mi compañero de mesa dormitando, dando de vez en cuando un pequeño respingo y volviéndose a sumir en su sueño. El resto de compañeros del laboratorio estaban en un estado similar, con las cabezas apoyadas sobre las mesas y los brazos colgando, como si hubieran sufrido alguna especie de hipnosis. Miré por la ventana y observé un fenómeno que jamás habría imaginado: el cielo se había vuelto de un color rojizo muy oscuro, manchado con algunas nubes moradas. Me acerqué al alféizar y observé detenidamente el patio del instituto; ni un alma asomaba en todo el terreno, ni siquiera había nadie por las calles. Más allá del bosque que rodeaba el instituto había una espesísima niebla azulada que recordaba vagamente al basto océano flanqueando un pequeño islote en medio de la nada.

     Me dirigí con paso firme hacia la puerta; nadie parecía percatarse de mi presencia y todos seguían igual, con el inusual silencio rodeándolos como un aura maligna. Acerqué mi mano al pomo de la puerta, algo dubitativo, y la abrí de par en par. Asomé la cabeza por el largo y angosto pasillo de la última planta, y para mi sorpresa no vi a nadie. De hecho, estaban todos los fluorescentes apagados y el silencio sepulcral me presionaba los tímpanos como un líquido que recorría el aire con gran viscosidad. Poco a poco y con un nudo en la garganta fui recorriendo el camino hacia las escaleras, que se encontraban en el otro extremo. Pasaba por delante de las puertas de las distintas aulas, pero los ventanucos que servían para observar lo que acaecía en el interior de las estancias parecían tintados con algo inmaterial y absolutamente opaco. A medio recorrido me detuve, reflexionando si era buena idea continuar o, por contra, debía volver de inmediato.

     Estaba sumido en mis pensamientos cuando oí un lejano ruido a mis espaldas. Me giré a la velocidad del rayo, con el corazón en un puño, deseando no haber oído nada. Las puertas de emergencia estaban abiertas, y la luz que indicaba la salida titilaba con tesón. Ésa era la única luz en todo el pasillo, y lo que tenía debajo me dejó con la boca seca: el director del centro estaba allí, de pie, sin moverse un ápice y con los ojos cerrados. La luz parpadeante le iluminaba el rostro por fracciones de segundo, creándole sombras en el rostro y dándole un aspecto realmente decrépito. Esa imagen me dejó clavado en el suelo, sin saber qué hacer o siquiera qué estaba sucediendo. La luz que emitía las señales luminosas resplandeció con un inusual fulgor que me cegó momentáneamente. Cuando recuperé la visión, la luz seguía igual que antes, pero el director había desaparecido. Volví a oír detrás mío un chasquido, y mis piernas giraron a la velocidad de la luz. Un enorme rugido acompañado de una bocanada de aire caliente y apestoso me azotó el rostro y unos ojos color rojo sangre aparecieron momentáneamente al fondo del pasillo, en mitad de la oscuridad.

     Me desperté de un respingo en medio de la clase de química, con la última imagen grabada a fuego en mi memoria. Mi compañero de mesa estaba tomando apuntes mientras la profesora explicaba. Por fin volvía a oír su voz, y el cielo tenía ese color azul blanquecino tan agradable. Aún así, un escalofrío me recorrió la espalda, instándome a que me girara, cosa que no hice. Por algún extraño motivo, notaba una mirada clavada en mi nuca.

jueves, 30 de agosto de 2012

La solución

     El mejor momento del día es cuando te duermes. Da igual que alguien diga lo contrario, es la verdad, y punto. Todo el día haciendo cosas y pensando, eso no es natural. Todo tiende al reposo, es la naturaleza quien lo dice, no yo. Y si alguien se atreve a contradecirme, es que es antinatural. Como un vampiro o un dios. Ir contra natura sólo tiene un resultado: ser devorado por la naturaleza. Bueno, que me pierdo, a lo que iba. Estaba yo cavilando en mis cosas cuando me vino a la mente esa idea, la de que todo tiende al reposo. Por ende, todos los animales están mejor cuanto menos esfuerzo realicen. Se podría decir que la cantidad de energía gastada es inversamente proporcional al placer, tanto físico como mental. Cosa lógica es pensar que el mayor estado de reposo, y en el que mejor se está es cuando nos dormimos. Sí, eso sería lógico, y es la conclusión a la que llegué, pero no por mucho tiempo. Seguí dándole vueltas a la cabeza, disminuyendo con ello mi comodidad más inmediata como animal, y encontré otra conclusión más razonable: dormir no es el estado de mayor reposo, hay un estado en el que se está más en reposo aún. Para los que no me sigan, mejor voy a decirlo: la muerte. Sí, como suena, la muerte significa reposo total y absoluto, sin interrupciones e indefinidamente. Siguiendo la regla natural antes expuesta, se podría decir que lo que más placer inmediato da es morir, y no dormir como todos creíamos hasta ahora.

     Vale, puede sonar un poco raro, pero será mejor analizarlo antes de llegar a un veredicto. ¿Acaso alguien se ha quejado? ¿Alguien se ha despertado de su muerte gritando y vociferando , fruto de algo terrorífico? No, nadie se despierta una vez ha muerto, y os voy a decir el porqué. Cuando estamos haciendo algo que odiamos, rápidamente buscamos alguna excusa para dejar de hacerlo. ¿Quién no estaba de pequeño en clase distrayéndose a cada mosca que pasaba? ¿Quién no se ha dormido en la oficina mientras hacía los balances anuales? ¿Quién no ha dicho que le duele la cabeza antes que practicar sexo con un inexperto/impotente/torpe? Como se suele decir, el que esté libre de pecados que tire la primera piedra. Bien, y como suele pasar, si los factores son antagónicos a los originales, los productos también serán contrarios. Por eso no podemos dejar de hacer las cosas que más nos gustan, por absurdas que sean. Esto es así, es como una regla matemática, indiscutible. Y casualmente lo que más nos apetece a todos después de un duro día es dormir en un sitio cómodo, fresco y, a poder ser, libres de preocupaciones. Bien que hay etapas de la vida en que no quieres irte a la cama, o quizás sí, pero no a dormir. Pero tarde o temprano nos damos cuenta de que algo que hacemos diariamente más de la mitad de nuestro tiempo debe ser lo mejor del mundo. Y la muerte está un nivel por encima, así que morir es más placentero que dormir.

     No nos confundamos, no estoy hablando del hecho de morir, aunque lingüísticamente pueda parecer que sí, estoy hablando del hecho de estar muerto. A nadie le gusta morir; es engorroso, pesado y a veces doloroso. Ahí estamos todos de acuerdo, el proceso que nos lleva de un estado a otro es horriblemente decepcionante en comparación a lo que queremos conseguir. Pero, os invito a reflexionar otro punto más: ¿no nos despertamos cada día? ¿levantarse de la cama para ponerse a hacer algo productivo no es lo peor de todo? Y aún así lo hacemos cada día. ¿Por qué? La respuesta es muy sencilla: para poder llevar a cabo el placentero proceso de irnos a dormir, necesitamos estar despiertos. Y para estar despiertos, necesitamos levantarnos de la cama o del sofá. Así pues, queda claro que cada día hacemos algo que no nos gusta para nada porque es necesario para volver a nuestro estado predilecto de reposo. Así pues, no veo ninguna exageración el aguantarse para morir y luego ya estar muerto todo lo que queda de eternidad. Pero no nos paremos aquí, sigamos indagando en este turbio asunto.

     Si algo de lo que hacemos molesta a otra persona, lo lógico es pensar por el prójimo y contribuir a que él aumente su placer inmediato reduciendo nosotros el nuestro (típico ejemplo del vecino joven con la música alta y el anciano con sueño). Ser buena persona significa, entre otras cosas, ayudar al resto, entendiendo esto como mejorar la calidad de vida de todos entre todos. Así pues, se podría resolver la siguiente ecuación natural: estar muerto es el mayor placer de todos; la convivencia se basa en intentar mantener un nivel equilibrado de placer entre todos, tendiendo a la alza; como animales gregarios que somos, contribuir a la buena calidad de vida de todos es una obligación; lo mejor de alcanzar un estado de placer es la diferencia que hay entre éste y el anterior, siempre y cuando sea un resultado positivo. Con todos estos factores tan claros y diferenciados es fácil atar cabos, al menos para mí. La mejor forma de mejorar la convivencia entre humanos es matarlos a todos. Matar a una persona crearía un vacío extremadamente incómodo en su entorno, entre dolor emocional por parte de sus allegados, falta de gente que ayude a levantar el país y otras cosas. Así que mi propuesta para crear un mundo mejor empieza y concluye con un gesto muy sencillo y rápido: el exterminio de la raza humana. Desde un punto de vista antropológico puede parecer una temeridad, pero si lo miramos con la perspectiva de la naturaleza, se puede comprobar que es la única forma de solucionar nuestros problemas. Como dice el refrán, muerto el perro se acabó la rabia.

lunes, 30 de julio de 2012

Rayman Returns (Título provisional)


1- El regreso de la oscuridad

-Señor, ya está completamente restaurado.
-Bien, bien, bien... Ahora sí que podré hacerme con el control absoluto.
-¿Qué está planeando, señor?
-Nada, cosas que no son de tu incumbencia. ¡Y como sigas preguntando, te tiro en mitad del pantano!
-Mis disculpas, señor. No volverá a ocurrir, señor.
-Eso espero. Puedes retirarte. Mantenme informado de cualquier contratiempo.
-Sí, señor, así lo haré. Adiós, señor- hizo una prolongada reverencia mientras se marchaba por la puerta.
-¡Guardias! Traedme aquí nuestro prisionero, el que se encarga de las excavaciones. Me gustaría tenerlo todo listo para mañana.
-Ahora mismo, señor- contestó un centinela que estaba a la derecha del improvisado trono de madera, haciendo una amplia reverencia.
-Espero que todo esto no sea en vano. Como descubra que el ejército de hierro no son más que habladurías de esa maldita bruja, pasará por todas y cada una de las salas de tortura de las que disponga hasta que pida clemencia. ¡Nadie engaña al Gran André, resurgido de entre las cenizas de los dioses!

Después de poco tiempo, trajeron ante André, que estaba sentado en su trono de madera, una pequeña bruja de aspecto frágil, que revoloteaba sin cesar intentando librarse de las pesadas cadenas que la mantenían cautiva. Su ropa estaba descolorida y sucia, y sobre la cabeza llevaba un enorme sombrero puntiagudo, maltrecho y muy rahído.

-Bien, bonita, explícame cómo está avanzando la excavación. ¡No quiero ni mentiras ni patrañas de las tuyas!
-Sí, señor...- dijo la bruja con un hilo de voz -Parece ser que hemos encontrado algo. Tal y como predije, el ejército de hierro está escondido en lo que parecía una sala de seguridad. Parece ser que se trata de una especie de grupo de robots arcaicos, que fueron desconectados por algo que aún no hemos logrado identificar. Probablemente el calor de las calderas colindantes, no lo sé...
-¡No quiero oírte decir "no lo sé"! ¡Quiero hechos!
-S-s-sí, señor. Disculpe, señor... Como iba diciendo, están desconectados. Quizás podamos hacerles volver a la vida. Quizás en las ruinas de esa nave podamos encontrar algo para reanimarlos, no lo sé.
-¡¿"NO LO SÉ"?! ¡¿Otra vez con esas malditas palabras?! ¡Llevadla al calabozo y dadle unos cuantos azotes, que aprenda a hablar con el Gran André!

Los soldados ejecutaron la orden con suma diligencia, llevándose a la pequeña bruja mientras gritaba clemencia. Entonces, entró el centinela de antes a toda prisa, pidiendo permiso para hablar con la máxima autoridad de esa sala.

-Habla- inquirió André.
-Mi señor, ya está todo listo, y antes de lo previsto. Cuando quiera, puede subir a bordo.
-Perfecto. Es hora de poner en marcha mi terrible venganza...

· · ·

Todas las superfícies estaban cubiertas de polvo. Hacía muchos años que nadie entraba en ese lugar, pasto del desastre y el horror. Los hombres de André habían hecho un gran trabajo, restaurando aquel monstruo de metal y madera. Los meses que fueron necesarios para remodelarlo fueron largos y tortuosos para los trabajadores, pero ahora ya estaba listo. Tenía una capacidad para albergar prisioneros impresionante, algo que dejó sin palabras a André. La comitiva del comandante jefe llegó a la sala de control, desde donde se controlaban todas las máquinas.

-Señor, tiene lista su suite arriba del todo, con unas vistas magníficas.
-Antes quiero comprovar personalmente que esto funciona. ¡Vamos allá!

Con una sonrisa malévola, André accionó una gran palanca que había en el centro. Se oyeron ruidos metálicos de todo tipo por todo el vehículo, dando a entender que la maquinaria se había puesto en marcha. Las luces se encendieron poco a poco, primero titilando y luego alumbrando todas las estancias y los pasillos. André, asombrado ante toda esa algarabía de ruidos, fue corriendo a su nueva habitación, que se encontraba realmente lejos. En mitad del camino, un fuerte crujir se oyó en toda la zona y los temblores se hicieron notar, cada vez más fuertes. ¡El barco estaba otra vez en el aire!

· · ·

En medio de las excavaciones, en la grieta más profunda y la más oscura, se comenzaron a oír extraños ruidos metálicos, parecidos a los de la nave, pero con menor intensidad, y unos extraños puntos de luz amarillenta aparecieron en mitad de la oscuridad...




2- La llamada

Era una noce clara, con un cielo estrellado y completamente despejado. Las lunas brillaban con una intensidad excepcional, que las hacían parecer aún más hermosas, si cabe. Rayman dormía plácidamente sobre una rama de árbol, suficientemente gruesa como para poder descansar sin temor a las caídas. La luz de las estrellas le daba de lleno en la cara, haciéndole estar en un constante y dulce sueño de hadas. Pero una gigantesca sombra, de tamaño descomunal barría el bosque por completo, poniendo en la penumbra todos los árboles y animales que por allí se encontraban. Cuando Rayman vio que las lunas no iluminaban su rostro, abrió los ojos; en el cielo, donde antes había azul salpicado de puntos blancos, ahora había una enorme mole oscura, moviéndose a toda prisa propulsada por los gigantescos reactores que se encontraba en la parte posterior. Algo raro estaba pasando, y Rayman tenía que averiguarlo.

Fue corriendo bosque a través, esquivando ramas y tortugas, sin tiempo a contemplar aquel idílico paisaje en el que tantas veces había estado. Por fin, llegó hasta un extenso claro, al lado de un lago de aguas cristalinas, en el que una casita de piedra se erguía como podía, de forma sinuosa y muy irregluar; se podría decir que las vigas que la aguantaban se ayudaban de magia. Rayman se apresuró en llamar a la puerta repetidas veces, con un nudo en la garganta, esperando que le abriesen. Al fin, al otro lado de la puerta se oyeron unas voces y con un pequeño cirrido, se abrió por completo.

-¿Rayman? ¿Qué quieres a estas horas? Estaba durmiendo...
-Betilla, es algo mucho más importante que dormir. ¡Mira!- dijo, señalando al cielo.

Betilla siguió la dirección del dedo de su interlocutor y casi se desmaya del susto. La gran nave seguía su lenta pero incansable marcha a través del cielo, creando un rugido que no vaticinaba nada bueno.

-¡Rayman, esto es horrible! ¡Debemos hacer algo!
-Por eso he venido. ¿Qué debemos hacer? Estoy listo para volver a las andadas.
-No, Rayman, es peor de lo que te imaginas. Voy a tener que avisar a todos los defensores del Bosque de los Sueños. Mientras tanto, ve a avisar a Globox. ¡Corre, no te entretengas por el camino!

Rayman miró por última vez a los ojos de Betilla y fue corriendo por entre los árboles en dirección a la casa de Globox, que se encontraba bastante cerca. Cuando llegó ante la puerta, golpeó con los nudillos lo más fuerte que pudo, ya que temía que su azulado amigo no lo oyese; no obstante, no fue así, de hecho abrió la puerta en seguida.

-¡Rayman! ¿Qué quieres a estas horas?
-Suerte que te encuentro despierto... ¡Algo está pasando en el Bosque de los Sueños! Betilla está reuniendo a los protectores de nuevo.
-¿Pero qué sucede? Qué envíen a Clark, él se puede encargar de un ejército entero.
-Globox, es más grave de lo que parece. ¡Mira!- y señaló a la gran sombra que se iba alejando por el cielo nocturno. Globox parapadeó varias veces antes de responder.
-Vale, creo que me has convencido. Deja que me despida de Uglette y de los niños, no tardo nada.

Llegaron al claro lo más rápido que pudieron, pero no había nadie allí; reinaba una calma demasiado preocupante, y Rayman temía por Betilla. Fue hacia su casa y de nuevo golpeó la puerta. Nadie respondió. Lo intentó varias veces más antes de desistir, sin recibir respuesta alguna: estaba claro que algo extraño pasaba.

-Globox, creo que sucede algo raro. Es como si Betilla hubiera desaparecido del mapa... Quizás deberíamos ir a preguntar al resto. ¿Tú qué crees?- nadie respondió -¿Globox?

Rayman se giró en seco, pero no había nadie en la zona. Escrutó entre los árboles, por si veía alguna sombra familiar, pero sólo distinguía madera y plantas. Tanto Globox como Betilla habían desaparecido y sin dejar rastro. Algo extraño se escondía detrás de todo aquello, y no podía quedarse quieto ni un segundo: el tiempo apremiaba.

sábado, 30 de junio de 2012

10 guerras (título provisional) - Prólogo

Ahora que dispongo de más tiempo libre en las vacaciones de verano, me he dispuesto a embarcarme en varios y ambiciosos proyectos, y aquí traigo una muestra de uno de ellos, a modo de capítulo piloto (aunque se trate más bien de un prólogo). En fin, a ver si en unos días logro retomar todo este circo de una forma un poco más fiel y activa.




     La naturaleza del ser humano ha sido estudiada hasta la extenuación, escudriñando hasta el más mínimo detalle con tal de entender el porqué de nuestra forma de ser. Cada persona no es más que una minúscula pieza de un amasijo inmenso, de un organismo con vida propia. El problema radica de la conflictividad entre dichas piezas, cuando dejan de formar parte de este entramado social para pasar a ser gente "única", gente cuyos intereses están por encima de los del resto, gente que cree saberlo todo y en realidad ni se reconocen ante un espejo.

     Cuando dotas de libre albedrío a los miembros que componen un mismo grupo, cabe la posibilidad de que los conflictos entre las ideas de cada uno acaben por destruirlo; no obstante, a veces es necesario la pérdida de los lazos que unen a estos miembros para poder avanzar. Es en la heterogeneidad de pensamiento lo que hace que el ser humano haya evolucionado como ha evolucionado. El control en la mente de las personas, la manipulación del punto de vista, la demagogia en su estado puro... son factores que, tarde o temprano, acaban desmantelando este complejo sistema, degenerándolo y llegando a una cruda batalla en la que todo el mundo se involucra en cierto modo.

     Todas estas reflexiones son las que se perdieron por completo en la historia que aquí nos trae...

     Hablo del año 2039, un año difícil de olvidar para las generaciones venideras pero que marcará un antes y un después en la historia de nuestra existencia. Es una época complicada, la crisis de valores ha llegado a su máximo esplendor, despojándonos de cualquier conciencia moral que en otras épocas marcó la vida de las personas. Los escrúpulos, meras sombras de lo que en un tiempo representaban, brillan por su ausencia, y la conciencia colectiva alzó el vuelo para perderse entre cualidades tales como el egoísmo o la indiferencia. La era de la información veía venir su fin, hasta el más rastrero mindundi era capaz de manipular todo aquello que llegaba a la población, hasta tal punto que uno no se podía fiar ni de lo que veía: este desconcierto y desconfianza fueron la mecha de un polvorín que se incrementaba año tras año. La indignación generalizada fue otro factor a tener en cuenta, cuando la gente tomó conciencia de lo que pasaba y arremetía contra el poder dominante, cada vez más contundentemente. De hecho, diariamente se podía observar una protesta u otra, a cada cuál más violenta y agresiva que su predecesora, transformando las calles en auténticos campos de batalla.

     Se acabaron formando dos grupos, dos conglomerados de gente que lo único que buscaban el poder para poder imponer al resto su forma de pensar. Unos defendían la libertad, una falsa libertad que embelesaba a todo aquél incapaz de razonar, cegado por las luces de un futuro utópico e irrealista que se le prometía alcanzable. Los otros opinaban que el cambio sólo era una excusa para arrebatarles el poder que ostentaban, una treta del pueblo para tomar las riendas de un caballo indomable. De todas formas, no sería justo englobar a todo el mundo en cuaquiera de los dos grupos con sendas ideas vacías de contenido: se podrían catalogar como un reducido grupo, por decir algo, de personas que realmente piensan pero cuyas voces son acalladas con el fragor del conflicto. Aunque, bien mirado, y acorde a lo que he dicho unas líneas antes, cada uno no es más que una pieza, sí, pero una pieza con alma propia y, supuestamente, capacidad para pensar por sí misma. Por desgracia, sólo una minoría es capaz de controlar a una mayoría, y ese no es más que el motivo del inicio del feroz enfrentamiento entre estos dos bandos, desembocando en la 3ª Guerra Mundial.

lunes, 30 de abril de 2012

Ausencia probablemente prolongada

¡Hola a todos! Si miráis la fecha del último relato y la comparáis con la de este texto veréis que he estado un poco inactivo durante un par de semanas. Y no, no me ausento por gusto. Empecé esto como un hobby, y hasta ahora es entretenido; el problema viene cuando mis obligaciones pasan a ocupar todo el tiempo del que dispongo al cabo del día. Por si a alguien le interesa, soy estudiante de 2º de bachillerato, y estoy en medio de unas fechas muy críticas. Selectividad me acecha día tras día quitándome el sueño, los exámenes finales se agolpan en mi agenda y todo el temario del curso corretea alegremente por dentro de mi humilde cabecita estudiantil. Ese sería el cuadro normal de un estudiante estándar al llegar al final del curso; el problema es que en mi caso hay un agravante a tener en cuenta: soy un vago. Sí, lo reconozco, no he dado palo al agua en todos estos meses, y ahora me toca enmendar mis errores estudiando el doble que el resto para aprobar todas las recuperaciones. Si lo juntamos todo, obtenemos un desmesurado estrés que puede hacer mucho daño a un pobre chavalito como yo. Bueno, vale, me lo tengo merecido, en eso estamos de acuerdo. Por eso procuro no quejarme mucho y asumirlo filosóficamente como bien pueda. Y bien, todo esto vendría a ser una excusa para ausentarme un período indefinido de tiempo, que va desde una semana hasta los dos meses (incluso podría extenderse hasta más allá de las vacaciones veraniegas). Así que nada, quiero transmitir un mensaje de paz a la población: estaré bien, sólo que no estaré aquí. Y dicho esto, ¡hasta pronto!

PD: Lo sé, dije que haría algo especial para este 23 de abril y nanay de la China. No os preocupéis, lo tendréis pronto. Con retraso, pero todo llegará.

lunes, 9 de abril de 2012

La guerra de los cubiles

     Realmente hace mucho tiempo, cuando las alimañas correteaban felices sin temer nada y los peces salían a pasear tranquilamente por las montañas había dos islas dejadas de la mano de Dios, en una guerra constante por el control de los mares colindantes. Cada isla estaba controlada por un clan: por un lado, la isla que estaba más al oeste, llamada Curda; por el otro, la que estaba más al este, llamada Dídimo. Ambas eran enemigas desde tiempos antediluvianos, más que nada porque aún no habían llegado al Gran Diluvio, también llamado Noah's Joke, pero esa es otra historia. En ambos ambientes isleños, la población estaba compuesta básicamente por conejos, muchos conejos, de los que corretean por el mar mientras las sardinas pasean por el monte; conejos de todo tipo: altos, bajos, blancos, marrones, con topos, a rayas... En definitiva, de todo tipo. Pero no confundamos los términos, dado que había una característica que los agrupaba en dos clanes, correspondientes a las dos islas: Los habitantes de Curda tenían la particularidad de que estaban hechos básicamente de chocolate. Sí, en efecto, chocolate. No hace falta mencionar las elevadas tasas de canibalismo que esto suponía. Por contra, los habitantes de Dídimo no estaban hechos de chocolate, al contrario: eran de carne y hueso. La particularidad que a estos correspondía no era otra más que la de su carácter ovíparo. Sí, has oído bien, estoy hablando de conejos que nacían de huevos. Y una vez descritas las dos tribus, será mejor comenzar la historia que me trae hoy por aquí, que no es otra que la famosa leyenda conejil que se oye por todas partes, quizás demasiado distorsionada, aunque fue el motivo que les llevó a la guerra constante...

     Los conejos curdianos eran básicamente famoso por sus reposterías: Incluso se seccionaban partes de su propio cuerpo para dar más sabor a sus reconocidísimos pasteles y tartas, y añadían el sirope que les fluía por las venas. Pero un buen día, para dolor de todos los habitantes de la isla, se quedaron sin materia prima, unos precioso huevos que eran puestos por bellas aves de colores vivos y cánticos angelicales, dado un hecho bastante curioso y que es conveniente comentar: Los curdianos se alimentaban básicamente de sus creaciones de chocolate y azúcar, por lo que su digestión era más bien accidentada, dando como resultado unas deposiciones más bien pastelosas, deshechas y quizás algo líquidas. Pronto, el océano que rodeaba la isla fue obteniendo un degradado terroso muy negativo para el turismo, hasta alcanzar tal punto que sólo los mismo habitantes de la isla se atrevían a seguir viviendo en ella. Claro, sin huevos con los que cocinar, tuvieron que urdir un plan digno de un estratega de mente privilegiada: Ir hasta la otra isla sin ser detectados y robar todos los huevos que pudieran. Esta maquiavélica treta dio unos resultados asombrosos, pero por poco tiempo; los conejos didímicos se acabaron dando cuenta, principalmente por la caída en picado de sus tasas de natalidad. Muy enfadados con la tribu vecina, se dispusieron a elaborar su propia estratagema, que se detalla a continuación: Inocular con un poderoso veneno diversos huevos repartidos por toda la isla. Los resultados fueron los esperados, pero con ciertos problemas técnicos...

     En efecto, aunque los desesperados conejos de chocolate de la isla Curda seguían robando huevos de Dídimo, morían cada vez a mayor velocidad, ya que, obviamente, todos los platos de repostería resultaban envenenados. No obstante, y dado la gran limitación intelectual que caracterizaba los conejos ovíparos, no eran capaces de distinguir los huevos envenenados de los que no lo estaban; al quebrar el cascarón de los nonatos en los huevos solían salir efluvios extremadamente tóxicos, producto del veneno introducido. Tuvieron que deshacerse de una importantísima remesa de huevos para mantener la integridad física de los habitantes. En un alarde de asombrosa ocurrencia, a alguien se le ocurrió pintar de color vistosos todos los huevos, pero siguiendo un patrón, bastante abstracto y demasiado complejo como para ser explicado aquí. De esta forma, estaban seguros de que el huevo que incubaban era seguro y los que se llevaban eran tóxicos. Así, prosperó los conejos de la isla de Dídimo, mientras que los de Curda rozaban la extinción.

     Y por increíble que parezca, he de decir que ambas tribus prosperaron, convirtiéndose en famosísimas civilizaciones borradas del mapa el día que a alguien se le ocurrió crear al ser humano. En efecto, los humanos convirtieron estas leyendas en tradiciones milenarias, inventándose su propio origen y celebrando en su lugar fantásticas fiestas para celebrar la primavera. Pero aún se conservan los nombres de las islas: Se dice que algunos humanos realizan estas celebraciones con curdas a diestra y siniestra, mientras que otros lamentan la falta de sus dídimos y por ello se dedican a buscar los ya fosilizados huevos perdidos coloreados.

viernes, 6 de abril de 2012

La gran aventura de Al - Capítulo 2

     Al llegó a una extensa explanada y apagó el motor para no gastar más gasolina. Bajó de un salto y, con la mano a modo de visera miró el horizonte buscando a alguien para preguntar dónde estaba. Evidentemente, no encontró a nadie, ya que estaba en las llanuras de la Soledad, una gran extensión lejos de su pueblo Libertigualfraternal; de hecho, estaba alejado de cualquier resto de ser humano. El aire era cálido y el suelo arisco, con algún arbusto de vez en cuando. Llegados a este momento, Al decidió volver al coche y seguir hacia el horizonte hasta llegar a algún sitio. Pero cuando estaba a escasos metros de él, bajo sus pies el suelo comenzó a temblar; se apartó justo a tiempo, ya que donde estaba apareció del suelo un topo con gafas, casco y pico. El topo se limpió la tierra de la cara y miró atentamente a Al:
-Hola, me llamo Obrero-12508 y me han enviado aquí porque has entrado en nuestro territorio. Estás arrestado.
- ¿El qué? ¿Cómo has dicho?
- Hola, me llamo Obrero-12508 y me han enviado aquí porque has...
- ¡Cállate! Ya te había oído la primera vez. ¿Pero por qué estoy arrestado?
- Entrar en nuestro territorio está castigado con arresto inmediato y dos años en el calabozo, así que...
- ¡Ja ja ja! No me hagas reír, por favor. ¡Si apenas me llegas a la cintura!
- Tú lo has querido... -Nada más decir eso, Al notó un pinchazo en la espinilla y cerró los ojos durante unos segundos...

     Cuando los abrió de nuevo, el topo había desaparecido, y en su lugar había un pequeño agujero oscuro y que emanaba una densa niebla. Al se dirigió hacia el monovolumen, pero en cuanto sacó las llaves, el coche comenzó a convertirse en arena y a deshacerse delante de sus ojos, igual que las llaves que sostenía. De repente, un estruendoso ruido recorrió el cielo y en éste apareció un temible y horrendo arco iris a siete colores. Las nubes se volvieron suaves y esponjosas, el cielo de un añil suave y muy desagradable. Por entre las nubes volaban pegasos rosas y azules, montados por osos pequeños y de peluche de variados colores. Aterrizaron alrededor suyo entre veinte o mil, todos mirándole fijamente:
- ¿Qué queréis de mí? -preguntó tembloroso Al- ¿Qué os he hecho yo?
- ¿Tú? Nada, que nosotros sepamos... -dijo el que parecía le jefe de los jinetes- Hemos venido aquí de vacaciones.
- ¡Ah! Bueno, entonces no pasa nada... Espero que disfrutéis de vuestra estancia aquí.
- Debes saber que nuestros pasatiempos favoritos son la destrucción, la aniquilación y la masacración.
- Vaya, eso cambia bastante las cosas. ¿Entonces no vais a la playa? Ahora que comienza a hacer calor...
- No, no nos gusta la playa, somos más de bañarnos en el gran volcán de nuestro planeta.
- ¿Cómo se llama, vuestro planeta?
- El nombre oficial es Libertigualfraternal, y tengo entendido que nuestra embajada está por aquí cerca. 
- Ahora que pienso... ¿Vuestra embajada la fundaron los franceses?
- Enviamos hace mucho tiempo algunos habitantes de nuestro planeta, dirigidos por un general llamado Napoleón, y ellos se instalaron en Francia. Pero vamos, les pedí máxima discreción, no creo que montaran mucho alboroto; se supone que no los tiene que conocer nadie de este planeta. Seguro que no te suenan de nada los nombres Adolf Hitler, Alberto Mussolini, Francisco Franco, Gengis Kan o Belén Esteban.
- Pues no, no tengo ni idea de quién hablas.

     Al acabar de pronunciar estas palabras, comenzaron a llover alfileres ardiendo; por suerte, Al siempre lleva encima su paraguas metálico ignífugo con rayas. Quitó los peces de encima y lo abrió justo para evitar que se le clavaran los alfileres. Mientras tanto, los ositos morían delante suyo entre sangre, vómitos y fuego, igual que los pegasos. En ese momento, el suelo se convirtió en un grandísimo mar y Al se hundía rápidamente debido a su paraguas. Cuando creía que se iba a ahogar, apareció una sirena y lo sacó del agua; una vez fuera, siguieron volando por el cielo. La sirena dejó caer a Al sobre un sofá con alas que iba a velocidad supersónica. Por suerte, la televisión estaba encendida y echaban el partido de ajedrez, partido que Al llevaba tiempo esperando, pero debido a la velocidad a la que iba, no podía escuchar a los comentaristas y apagó la tele, frustrado. Fue entonces cuando se dio cuenta de que algo extraño pasaba. ¿Pero el qué?

jueves, 5 de abril de 2012

Sonríe

     Aunque el día sea gris, aunque las nubes cubran el limpio gigante azul, aunque la densa niebla te atrape: sonríe. No te desesperes, no sufras, no sucumbas ante la adversidad: sonríe. En esa recóndita y profunda chispa de esperanza, sí, en esa que lucha por sobrevivir, cuya voz no podrá ser jamás apagada, en esa, estás tú. Brillando con luz propia, iluminando el camino de cuantos han perdido el rumbo, de aquellos que no son capaces de encontrar atisbo de felicidad en ningún sitio, estás tú. La oscuridad no es algo que debas temer, las tinieblas no son óbice para que no puedas progresar; al contrario, son el comienzo de algo nuevo, algo esplendoroso, algo maravilloso que aún está por venir. Por eso digo: sonríe.

     Una cosa sí que voy a decir, y aunque peque de osado, quizás me vuelva pesado, pues hablo de tu porvenir; debes prestarme atención, no con leal devoción, sólo pido algo de atención: la vida no es terreno peligroso, tampoco una senda en la que confiar; pues ¿qué es?, te preguntarás. Ay, quién lo supiera, ¿quién lo sabrá? Nadie, sólo tú, capaz de dirigir, sentenciar, el rumbo de un velero que ha zarpado ya... Por eso digo: sonríe. Indefinido es el horizonte, límite por excelencia de algo que no tiene fin como es la vida. ¿Quién sabe lo que te encontrarás, o en qué ensenada te detendrás? Te contaré un secreto, algo que todos sabemos pero nadie se atreve a decir, siquiera mencionar: Esa persona, que otea el infinito como algo conocido, que avizora por igual lo cercano que lo lejano, que logra deshacer y rehacer los entresijos más ocultos, eres tú. Aquél que alumbra sin temor, aguardando la más temible desdicha, por afán de ver lo desconocido y querer ir más allá de lo que nadie ha visto u oído; sí, ése, eres tú. Por eso proclamo, aquí y donde haga falta, una simple idea surgida de entre las más complejas tesituras: sonríe.

     El miedo, el temor, la tristeza, la desesperación, son, en definitiva, sentimientos intrínsecos de cada ser, la cruz de la misma moneda cuya cara no solemos ver. No te dejes llevar por sentimientos que no merecen perdón, sentimientos desagradables por antonomasia, ya que dentro de ti, en alguna parte, aguardando está un profundo recuerdo que debo revelarte. Sí, la vida puede parecer dura si se mira desde abajo, pero atrévete a subir, trepa sin temor, ya que lo que te aguarda arriba no tiene comparación. Éstas son, en definitiva, mis palabras; tenlas en cuenta, pero no las tomes como ley. Úsalas con cabeza, ten conocimiento de causa, son meras directrices de alguien que pudo encontrarlas, no por que alguien se las dijese, o las oyese de algún sabio, no; son las palabras de quien encontró esperanza en su vida. Por eso digo, ¡exijo!, una única palabra que resume en sí toda esta parrafada: sonríe.

miércoles, 4 de abril de 2012

Parajes idílicos - Prado verde

     El canto de los pájaros acaricia mis oídos mientras los escucho plácidamente, y la brisa fresca de la mañana pasa rauda por entre la hierba. El sol resplandece con fuerza en lo alto del cielo azul, calentándolo todo y dando una sensación veraniega muy agradable. Los gorriones y las golondrinas corretean por el suelo, buscando algo de comida o quizás una agradable sombra bajo la que poder reposar. El sonido del riachuelo lejano salpicando las rocas cercanas me adormece paulatinamente. Al fondo puedo observar una pequeña arboleda, proyectando una sombra en la que las ardillas y otros animales corretean y retozan sin preocupaciones, libres y felices. Paso las manos rozando la hierba, por entre mis dedos cojo una brizna y observo el verde intenso mientras mis párpados caen muy lentamente. con los ojos cerrados, mis oídos se agudizan y logro apreciar la belleza real de este lugar. El sonido de la pequeña cascada del riachuelo, el zumbido de los pequeños insectos, el sonido, a lo lejos, de un numeroso rebaño de ovejas con sus cencerros... Me sumo en un profundo sueño del que no quiero escapar nunca más.

martes, 3 de abril de 2012

Ya llega San Jorge

Pues sí, ya estamos en abril, el mes de las mil aguas. La primavera ha venido y nadie sabe cómo ha sido, pero San Jorge aún no. Y dado que ese día, el 23 de abril, es el día internacional del libro (además de mi santo), pues he pensado en hacer algo especial. Quizás no distinto, pero sí más grande, ya miraré el qué. Mientras tanto, iré cavilando a ver qué puedo añadir que sea nuevo y atraiga más gente. Está claro que será algo relacionado con la lectura, pero quién sabe. Aún así, alguna idea fugaz ya se me ha pasado por la cabeza. A los que quieran saber qué pasará ese día, paciencia, que todo llega. Y a los que no, que os zurzan, porque será algo espectacularmente espectacular. He dicho.

lunes, 2 de abril de 2012

¿De qué sirve?

¿De qué sirve decirle al mundo lo que sentimos si nos escondemos detrás de una máscara de falacias? ¿De qué sirve poder hablar con medio planeta si no sabemos expresarnos ante quién tenemos delante? ¿De qué sirve buscar la felicidad lejos si somos incapaces de encontrarla cerca? ¿De qué sirve expresarnos con sinceridad para luego hipocratizar el planeta con nuestras lenguas viperinas? ¿De qué sirve quejarnos sin aportar soluciones? ¿De qué sirve establecerse unas metas en la vida si nos encadenamos a ellas? ¿De qué sirve querer volar libres si nos gusta vivir encadenados a todos aquellos que gustan subyugarnos? ¿De qué sirve hacer lo que más nos gusta si lo que venga a continuación será peor? ¿De qué sirve soñar en vano? ¿De qué sirve construir un futuro, si ya hemos destruido el pasado? ¿De qué sirve buscar amor si sólo se encuentra odio? ¿De qué sirve luchar por nosotros mismos si ni nosotros mismos sabemos por qué luchar? ¿De qué sirve creernos distintos, si somos todos iguales? ¿De qué sirve creernos todos iguales, si somos distintos? ¿De qué sirve sentirnos bien cuando alguien se siente mal? ¿De qué sirve ser el mejor en algo, si ya no tiene sentido mejorar? ¿De qué sirve el placer si luego llega el dolor? ¿De qué sirve, en definitiva, vivir? ¿De qué sirve?

martes, 13 de marzo de 2012

Fin del verano

-¡Venga, gallina, salta ya!- gritaba Javier desde el agua.
-¡Eso, que no tenemos todo el día- añadió Miguel, vociferando igual que su compañero.
-Dejadlo, si le da miedo, que baje por otro lado...- intervino Claudia, mi novia, que siempre vela por mí.

     Seguramente os estaréis preguntando que a qué viene esta conversación. Quizás penséis que carece de la más mínima importancia, pero para mí es la conversación más corta e intensa de mi vida. Es mejor que os ponga en antecedentes...

     Me desperté esta mañana como de costumbre, con una temperatura bastante elevada. Las cortinas de mi habitación ondeaban con la brisa veraniega. Aún en calzoncillos (en verano es la mejor opción con tal de no asfixiarse por las noches, sobretodo estando en agosto) me dirigí a la cocina a prepararme el desayuno. Allí encima había una nota de mis padres en la que decían que se habían ido a comer  a casa de mis tíos. Miré el reloj, y para mi sorpresa ya eran las doce. Deprisa y corriendo me fui a vestir, poniéndome lo primero que vi en el cajón, y salí a la calle a toda prisa. Cogí la bicicleta y pedaleé los más rápido que podía para llegar a la plaza a tiempo, donde había quedado con mis amigos para dar una vuelta. Habíamos acordado llegar a las doce, y según mi reloj ya pasaban doce minutos. Cuando llegué, Javier y Miguel ya estaban esperándome.
-¡Menos mal! Por fin has llegado- exclamó Miguel.
-Ya creíamos que ni aparecerías. ¿No decías que tu madre siempre te despierta a las diez?
-Sí, pero hoy mis padres no están en casa y se me olvidó poner el despertador.
-¿Qué dices? ¿Y no nos invitas a tu casa?- saltó Javier, el fiestero y juerguista oficial del grupo.
-Hoy no puedo, he invitado a Claudia a comer y prefiero estar a solas.
-Míralo, y parecía tonto. ¿Qué, te has esperado a que tus padres se fueran de casa para aprovechar y hacer "manitas" con Claudia?- dijo Miguel, con una ceja levantada y su característico sarcasmo.
-A vosotros no os importa lo que haga o deje de hacer con ella- dije eso con una sonrisa burlona.
-Bueno, ya acabarás contándonoslo, ¿verdad, Javi? Siempre le ha gustado fanfarronear.
-Ja ja ja... tienes razón, no sé ni por qué le preguntamos.
En fin, ¿dejáis de meteros en mi vida y pedaleamos un rato?

     Llegué a casa pasadas las dos de la tarde, cansado y con la nuca roja debido al sol. Tenía tiempo, ya que había quedado con Claudia a las tres en mi casa para comer y mis padres no vendrían hasta la noche. Me metí en la ducha un buen rato, enjabonándome bien por todo el cuerpo para quitarme el cansancio de encima. Al salir de la ducha, antes de ponerme la toalla, me miré en el espejo (debo reconocer que soy bastante narcicista) y contemplé mi cuerpo. Los meses de gimnasio iban dando sus frutos lentamente. Una vez seco y vestido, cogí de la nevera la comida que me habían dejado mis padres y la calenté en el microondas, justo en el momento en que mi novia llamaba a la puerta. Fui a abrirle y me quedé embobado mirándole la cara, tan guapa y bien maquillada como siempre.
-¡qué guapa estás, Claudia!
-Gracias. Me he puesto la sombra de ojos que me regalaste la semana pasada.
-Vaya, parece que ya traes la mochila con las cosas- dije señalando la bolsa de deporte que sostenía.
-Claro, así después ya no tengo que pasar por casa y vamos directamente a la playa.
-Pues yo aún tengo que buscar mi bañador.
-Pues mira que te lo dijimos ayer, ya podrías haberlo buscado. Bueno, luego te ayudo a encontrarlo, ahora ven aquí.

     Me acerqué lentamente a ella y comenzamos a besarnos apasionadamente. Cerré la puerta (que aún seguía abierta) y nos dirigimos a mi habitación.

·   ·   ·

-¡Hombre, la parejita! Ya creíamos que no vendríais. ¿qué tal en casita solos?- dijo Javier con tono burlesco.
-¿No ves la cara de felicidad que traen? Seguro que se han metido en alguna habitación...
-¿Os calláis de una vez?- dije, esta vez un poco molesto.
-Ja ja ja... vete tú a saber si no han ido al sofá...

     Después de aguantar las burlas de mis amigos, nos pusimos en camino hacia la playa, que estaba a unos dos o tres quilómetros. Por el camino hicimos bromas, contamos anécdotas, incluso de vez en cuando realizábamos alguna gamberradilla. Yo iba cogido de la mano de Claudia, y esporádicamente nos dábamos algún beso delante de las risas y burlas de mis amigos. El camino, que duró cerca de una hora, transcurrió sin incidentes, y llegamos cerca de las seis a la playa. Una vez allí, nos pusimos los bañadores y colocamos las toallas sobre la arena. Javier y Miguel se fueron corriendo al agua y yo me quedé tumbado en la arena con Claudia, mientras hablábamos de la comida de mañana con sus padres:
-Y recuerda que a mi padre no le gusta el fútbol, no como a ti.
-Vale, entonces no le hablaré de fútbol. ¿Pero qué le puedo decir?
-Le gusta la política. Es un poco de derechas, pero seguro que le caerás bien.
-No sé, no lo veo claro... ¿Y tu madre, cómo es? ¿Qué le gusta?
-Mi madre es más fácil. Le encanta la decoración del hogar, pero no le hables de modas o tendencias, que no le gustan esos temas.
-En eso no has salido a tu madre, ¿eh? Ja ja ja...
-Yo he salido más a mi abuela. Algún día te la presentaré... quizás.
-¿Y es obligado que yo vaya mañana a tu casa? A lo mejor deberíamos esperar un poco más.
-¿Más? Llevamos saliendo casi dos años. ¡Y tú ya me presentaste a tus padres!
-Ya, pero es que a mis padres les tengo más confianza...
-No te preocupes, todo saldrá bien, ya lo verás...- y me guiñó un ojo.

     Aún había un buen sol a las siete de la tarde, y decidimos ir los cuatro a caminar por la playa. Íbamos descalzos bordeando la orilla mientras el agua iba y venía entre nuestros pies y nos refrescaba. Llegamos hasta un extremo de la playa, en una zona rocosa, y decidimos seguir por el arisco camino (igual que habíamos hecho tantas otras veces). Íbamos contemplando el inmenso horizonte a lo lejos, tan hermoso como siempre. Llegamos a una pequeña cala, en lo alto de un pequeño acantilado de unos 10 metros.
-¿Qué, nos tiramos al agua desde aquí, como la última vez?- inquirió Javier.
-Vale, tirémonos- dijo Claudia -pero hay que tener cuidado, que justo debajo hay rocas.
-¡Bah! Eso con un pequeño salto se pasa de largo- respondió Miguel con una mueca de pasividad.

     Dejamos las mochilas en el suelo (yo con cuidado, ya que dentro llevaba el móvil nuevo que me compraron mis padres). Saltó en primer lugar Javier y se oyó una sonora salpicadura. Después se tiró Miguel y después Claudia. Yo era el último que quedaba allí arriba. Me asomé por el acantilado y los vi chapoteando en el agua, felices. A mi me recorrió un escalofrío por la columna. Los tres me miraban fijamente:
-¡Venga, gallina, salta ya!- gritaba Javier desde el agua.
-¡Eso, que no tenemos todo el día- añadió Miguel, vociferando igual que su compañero.
-Dejadlo, si le da miedo, que baje por otro lado...- intervino Claudia, mi novia, que siempre vela por mí.

     Tragué saliva, cogí carrerilla y cerré los ojos mientras esas palabras me resonaban aún en la cabeza. Corrí hacia delante, dispuesto a saltar, pero se me clavó una piedrecita en el pie y se torció todo, justo en el último instante Cerré los ojos mientras notaba cómo caía. Me vino a la mente las imágenes de Claudia, la de sus padres, Javier, Miguel, mi casa, la playa, el horizonte, el mar azul, la luz del sol... Por último, vi una imagen de mi mismo mirándome fijamente y con una amplia sonrisa en la cara. Luego, sonó un intenso pitido que se iba debilitando y todo se volvió oscuro...

jueves, 8 de marzo de 2012

Los pensadores del foro

     He aquí una bonita fábula con una moraleja importante: puedes guiarte según te diga tu mente, tus sentidos o tus sentimientos, sólo tú elijes a quién hacer caso (como si quieres hacer caso a los tres a la vez, ya ves tú). Además, tanto los nombres de los animales (Danonano, Andarara y Jaxx) como el nombre del lugar donde están (Plaza del Foro) no son más que guiños hacia un sitio web que frecuento (El Mundo de Rayman). Así que ya sabes, si conoces a Rayman y hablas castellano, ¡Ven!


     Érase una vez la historia de tres animales que eran muy amigos; se llamaban Danonano, Andarara y Jaxx. Danonano era un anciano búho que se pasaba día y noche observando todo aquello que pasaba alrededor suyo, sin perderse un sólo detalle. Por otro lado estaba Andarara, una rata hecha y derecha, con unas gafas de tamaño considerable y que siempre estaba rodeada de montones de libros; siempre tenía en la mano alguno, y a cada rato necesitaba estar estudiando algo. Por último, Jaxx era un jovencito mono muy inquieto, que siempre estaba de aquí para allá, tocando, oliendo y saboreando todo aquello que fuera nuevo para él. Un buen día, estos tres amigos decidieron ir a la Plaza del Foro para hablar, como de costumbre, sobre cómo veía cada uno el pueblo:
-Querida Andarara- comenzó Danonano -¿Cómo puedes decir que conoces mejor que nadie el pueblo, si no sales de tu casa o de la biblioteca? Eso es una contradicción en sí misma. Fíjate en mí, que paso día y noche observando todo lo que sucede en el pueblo, casi desde que tengo razón de ser.
-Tienes razón, Danonano, no salgo de mi casa más que para ir a la biblioteca y viceversa, pero tampoco necesito más. ¿Cuántos años llevas tú observando este pueblo? ¿Ochenta? ¿Noventa? Yo me sé de memoria más de trescientos años de historia de este pueblo.
-Puede que sí, pero no es la misma historia. De tanto leer en la penumbra, se te han quemado los ojos y eres incapaz de ver más allá de esas letras corrosivas en esos polvorientos libros. Seguro que ni siquiera sabes de qué color es el ayuntamiento.
-Desde luego no te falta razón, pero he de decirte algo: ¿Acaso te acuerdas de todos y cada uno de los detalles de lo que has visto hasta ahora, o sólo eres capaz de describir lo que ves? Como puedes comprobar, yo puedo decirte de memoria todo lo que he estudiado, aunque no repare en los detalles.
-Ninguno de los dos tenéis ni idea- intervino Jaxx -Al mundo no se viene a quedarse quieto para verlo pasar; hay que moverse e interactuar.
-No digas bobadas, tú aún eres muy joven para ponerte a observar al pueblo, no lo conoces lo suficiente- dijo Danonano -Respondiendo a Andarara, creo que te equivocas. ¿Qué prima a la hora de observar el pueblo, la cantidad de recuerdos que tenemos o la calidad de éstos? Querida amiga, ¿de qué te sirve de qué esté hecho el ayuntamiento si no sabes que es blanco? Cuando lo busques, no podrás localizarlo a simple vista.
-Danonano, en esa afirmación has pecado de gaznápiro. Puede que a simple vista no lo encuentre, pero yo ya sé que es el único edificio del pueblo hecho de granito y mármol. Por contra, edificios blancos hay en muchos sitios y te puedes confundir fácilmente.
-Claro que me puedo confundir, Andarara, pero por eso yo no me baso sólo en el color; mediante la observación he podido determinar el color, la forma, la textura, etc. hasta tal punto de relacionar suficientes características que individualmente no servirían de nada dado su carácter común con otros objetos, como tú muy bien has dicho, para poder discernir el ayuntamiento del resto de objetos.
-Sí, pero ¿de qué sirve sabérselo por fuera de memoria si no tienes ni idea de cómo es por dentro? Yo podría averiguar qué parámetros tienes en cuenta para distinguir el ayuntamiento y crear una réplica exacta para ti, para engañarte, y por dentro poner una panadería en vez del ayuntamiento en sí. Yo, en cambio, sé su composición, su localización, el año en que se construyó, etc. Sería imposible engañarme con una réplica.
-¡Silencio!- saltó Jaxx -Ahora me escucharéis atentamente: ¿No os habéis dado cuenta de que estáis diciendo lo mismo? Ambos habéis observado tanto el pueblo como el ayuntamiento, pero de diferentes formas. Yo, sólo acercándome, ya sé todo lo que vosotros habéis tardado en deducir sobre el ayuntamiento, pero con una diferencia: a mí sí que no me pueden engañar. Yo podría hacer una réplica exacta para Danonano o cambiar algunas características obvias que Andarara no vería. Yo, en cambio, no me baso en lo que veo, si no en lo que siento. Cada vez que me acerco al ayuntamiento me siento sobrecogido por su grandiosidad. Para encontrarlo, sólo necesito ir hasta el edificio que me haga sentir igual de sobrecogido. Además, nadie puede engañarme con algo que siento, excepto yo, obviamente. Por eso se puede engañar a cualquiera excepto a un ciego.

     Dicho esto, los tres amigos acordaron dejar aquí su conversación y retomarla en otro momento, después de reflexionar y razonar. Pero, ¿quién tiene razón, Danonano, Andarara o Jaxx? ¿O quizás los tres, o puede que ninguno, o a lo mejor sólo dos? Nadie lo sabe...

viernes, 2 de marzo de 2012

Anhelo

Me asomo por la ventana
y me fijo en tu radiante tez,
formada a partir de, tal vez,
la más fina porcelana.

Tu mirada penetrante
hace enloquecer mi corazón.
Ojos oscuros como carbón,
te quisiera aquí delante.

No sé si podré tenerte,
algún día o para siempre,
y entre mis brazos quedarte.

Desde el albor de la mente,
hasta el ocaso del alma,
me enamoro lentamente.

Unas líneas finas carmesí,
intensamente trazadas,
con tus sonrisas cazadas
que están enlazadas entre sí.

Sedoso manto azabache
reposa desordenado
sobre el hermoso acabado
de un rostro sabor guirlache.

No sé si podré tenerte,
algún día o para siempre
y entre sollozos quererte.

Desde el albor de la mente,
hasta el ocaso del alma,
te esfumas rápidamente
hasta convertirte en nada.

jueves, 1 de marzo de 2012

Las verdades del Noisimus

-¡Mira, contigo quería yo hablar!
-¿De qué?
-¿Has oído hablar del Noisimus?
-¿El qué?¿Qué es eso?
-¿No lo sabes? ¡Vaya! Ni que vivieras en mitad de la nada... En fin, no te preocupes, que yo te lo explico.
-Bueno, tengo tiempo y bastante curiosidad. ¡adelante! A ver si me sorprendes...
-Entonces empiezo. No sé si conoces un tal Oma...
-No, no tengo el gusto.
-Normal, nadie lo ha visto en persona. Según el Noisimus, un libro de tamaño considerable y muy entretenido, es capaz de realizar proezas sobrehumanas. Como una especie de súperhéroe, pero mucho más poderoso. Según el libro, no respeta las leyes de la física, sólo respeta sus propias leyes, las que él ha creado. Y comentan las malas lenguas que estas leyes las hizo únicamente en su beneficio, para ser la criatura más poderosa de todas.
-Pero aquí hay algo que no encaja.
-¿El qué?
-Pues que si fue él quien hizo las leyes para ser el más poderoso, previamente ya tenía que ser el más poderoso, y el hacer esas leyes sería un sinsentido.
-Ja ja ja... Me gusta cómo razonas, pero ahí te has colado, gaznápiro. Aunque no aparezca en el noisimus, el autor reveló que en realidad Oma tenía un hermano. Pero era un hermano malvado, que sólo quería sembrar el mal. Creo recordar que se llamaba Aritnem, o algo así. Y claro, al ser hermanos tenían los mismos poderes sobrenaturales, más o menos, así que Oma tuvo que encerrarlo en un oscuro sitio. El autor dice que ese sitio está rodeado de bellas cascadas que te atraen para ahogarte y de grandísimos lagos en los que perderse es muy fácil. Así que Oma tuvo que inventarse sus leyes, para ser más poderoso que su hermano.
-Qué sitio tan raro. espero no ir nunca...
-No te preocupes, el libro también dice que te concederán un juicio cuando mueras y...
-¿Cuándo muera?¿Y cómo se supone que me van a juzgar si estoy muerto?
-Ya te he dicho que Oma tiene poderes especiales. Seguramente te reviva o algo así, no sé. En cualquier caso, si pierdes el juicio se rumorea que te envían al mismo sitio donde está Aritnem, exiliado del mundo de Oma.
-¿Y qué pasa si ganas el juicio?¿Dónde te llevan?
-Según Noisimus, vas a vivir a la mansión de Oma, y allí lo puedes conocer en persona.
-Ya, ¿pero quién te juzga?¿Y qué toman en cuenta para hacer una elección?
-Pues mira, según el libro, todos y cada uno de los que mates con tus propias manos formarán parte de tu plantilla de abogados. Por eso están asesinando tantos licenciados en derecho. Y la forma que tienen de juzgarte es simple: tienen una balanza mágica en la que ponen en un platillo el dinero que le has dado a Oma y en el otro platillo el dinero que podrías haberle dado pero que no le has dado.
-¿Y cómo se le da dinero a Oma? Se supone que nadie lo puede ver...
-¡Eso es lo mejor! El autor del libro fundó una organización que se encarga de recaudar todo nuestro dinero para dárselo a Oma. Y como velan por nuestra "salvación", nos obligan a darles parte de nuestro dinero para que se lo envíen a Oma; más de la mitad de lo que tengamos, claro, así nos aseguramos ganar el juicio.
-¿Y si hay alguien que no puede dar el suficiente dinero?¿Qué hace?
-Ja ja ja... Siempre me sorprendes con tu astucia. Pero no te preocupes, esta organización que te digo (que creo que se llamaba Rábor, no me hagas mucho caso) permite que en vez de dar dinero puedas dar partes de tu cuerpo, ¡y te los compran pagando su peso en oro!¿No es fantástico?
-Hombre, hay que reconocer que se lo curran. Y por curiosidad, ¿quién es el jefe de esta organización?
-Es el mismo autor del Noisimus, y se hace llamar Señor Dal.
-¿Señor Dal? Qué nombre tan raro... ¡Eh!¿Y con que derecho se auto proclama jefe?
-¡No seas tonto! No se ha auto proclamado, se lo ha dicho Oma.
-¿Y cómo se lo ha podido decir?¡Según él mismo, nadie lo puede conocer!
-Qué ingenuo eres... Él es el único que puede tener contacto con Oma, por eso ha escrito este libro. ¡De lo contrario sería una idiotez!
-¿Y tú te lo crees?
-Hombre, si el único que conoce a Oma dice que es el único que conoce a Oma, habrá que creerle, ¿no?
-No sé yo... ¡Huy!¡Qué tarde se me ha hecho! Lo siento, me tengo que ir. Ya me seguirás contando en otro momento.
-Bueno, ya nos veremos algún día de estos. Ahora reflexiona y medita, que es lo importante.
-Eso haré. ¡Hasta otra!
-¡Adiós, hasta luego!

lunes, 20 de febrero de 2012

Vicio atezado

     Mi flequillo se mecía con la fría y húmeda brisa de la noche, la misma brisa que murmuraba entre los árboles y hacía mover las hojas de las copas. Metí la mano en el bolsillo y saqué de él un pequeño paquete rojo, con letras ininteligibles aún con la luz de la luna bañándolo de pleno; sólo se podía apreciar una gran palabra en letras negras: Marlboro. La abrí cuidadosamente, procurando que el fino material del que estaba hecho no sufriera daño alguno, ya que albergaba un bien demasiado precioso para mi como para exponerlo al exterior. Una vez abierta la cajetilla, extraje cuidadosamente un cigarro con los dedos índice y pulgar, a fin que el resto permanecieran intocables, vírgenes, hasta que les llegase la hora de sucumbir. Deslizándolo muy despacio, mis oídos captaban el sonido del roce, un sonido con el que estaba muy familiarizado y que era la antesala del placer.

     Me acerqué paulatinamente la boquilla a los labios y la sujeté cuidadosamente mientras rebuscaba el mechero en mi otro bolsillo. Una vez encontrado, lo puse a la altura del extremo del cigarro y con la mano con la que no lo sujetaba protegí la frágil llama del aire, que aunque fuese imperceptible, hacía danzar con extrema facilidad el fuego. Una vez entró en contacto el blanco papel del cigarrillo con el anaranjado fuego, aspiré dulcemente y la incandescencia brillante comenzó a trepar hasta que se detuvo cuando dejé de coger aire.

     Con los dedos índice y corazón, sujeté por la fina línea que separa ambos colores y lo alejé de mi boca, dejando caer el brazo mientras el humo acariciaba primero mis dedos y luego el resto del brazo. Repetidas veces me acercaba a la boca el pequeño cilindro y, con un largo y profundo suspiro, absorbía todo el humo que manaba del pequeño filtro de algodón terroso y lo introducía en mí hasta la garganta. Luego, calmadamente y tras repasar el regusto aristoso del humo, lo expulsé con un hondo y largo suspiro que me tranquilizaba y me calmaba hasta límites insospechados.

     Después de repetir este ritual las suficientes veces llegué hasta el fin del placer, cuando el fulgor rojizo llegaba ya hasta la trabajada caligrafía de la conocida marca de tabaco, donde el gusto cambia absolutamente y comienza a percibirse el basto sabor del fuego y la ceniza en estado puro. Di la última calada profundamente, y con una sonrisa fui expulsando todo el humo que guardaba en la boca mientras lanzaba con fuerza la colilla aún encendida contra el suelo y posteriormente la pisaba con fuerza.

sábado, 18 de febrero de 2012

La gran aventura de Al - Capítulo 1

     Esta es la historia de Al, un muchacho inteligente, simpático, con don de gentes, culto, gracioso, doctorado en análisis químico computacional y analítico, ojos marrones, musculado, guapo, metro ochenta y cinco de altura, abdominales de infarto, veintitrés centímetros de... En definitiva, un gran triunfador; pero no es el triunfador que todos se piensan, ni mucho menos, si no que tiene una historia muy particular...

     Al vive en un pueblecito llamado Libertigualfraternal, antigua colonia francesa, de venta en El Corte Inglés. Vive al lado del río, en un bonito prado de orquídeas. Por desgracia, Al es alérgico a las orquídeas, pero por suerte encontró un bonito lugar lejos de allí, aunque por desgracia no era bonito, pero por suerte estaba en el mismo pueblo, aunque por desgracia era debajo de un puente, pero por suerte tenía cáncer y moriría pronto, aunque por desgracia se estaba curando, pero por suerte su familia ya se había muerto, ya que el cáncer es muy contagioso. En definitiva, Al vivía a todo tren y más feliz que un anís feliz.

     Un buen día, a las cinco de la mañana, Al se despertó a causa del frío característico de agosto porque alguien le robó la manta que le había cubierto por completo hasta ahora. Evidentemente, eso le enojó  muchísimo, tanto que los ojos se le tornaron color rojo sangre y la temperatura corporal comenzó a subirle, aunque probablemente fuera a causa del cáncer. Cuando se hubo calmado, decidió ir a buscar su querida manta, aunque para ello tuviera que recorrer el mundo entero. Y es aquí cuando Al, sin saberlo, recorrerá por todos lados una gran aventura fantástica de la que no se podrá liberar.

     Aún era de noche cuando decidió partir de ese pueblucho de mala muerte, pero antes necesitaba prepararse a fondo para su larga travesía. Por fortuna, había por allí abierto un bazar chino donde conseguir de todo. Sacó de su harapiento bolsillo todo lo que había podido recolectar el día anterior con las limosnas: unas monedas, un mendrugo de pan, una botella de agua, las escrituras de un chalet, un par de llaves de no sabía qué y un maletín lleno de fajos de billetes de diversos colores. Salió del bazar con una cantidad ingente de objetos absolutamente indispensables para su camino, todo metido en el espacioso maletero de un flamante y elegante monovolumen negro y con todos los cristales completamente tintados que se acababa de comprar. Arrancó con un estruendoso rugido que desgarró y luego volvió a coser el silencio de la noche. Bajó las ventanillas y una ráfaga de aire calmado le acarició el rostro. Al pisó el acelerador a fondo y se fue a su aventura, la gran aventura de Al, ordenada cronológicamente en pequeñas lecturas fáciles de leer para los más pequeños y los estudiantes de la LOGSE.

martes, 14 de febrero de 2012

Añoranza

El bramar del oleaje
resonando en mis oídos.
Aves de dulces sonidos
campando entre el rocaje.

Orilla murmulleante
que susurra con ternura.
Brisas trayendo frescura
sobre el espejo brillante.

Hermosos pero olvidados
recuerdos que traen consigo
sentimientos ya perdidos.

Visiones que van conmigo
en mis largos y movidos
viajes míos contigo.

lunes, 13 de febrero de 2012

Mañana perdida

Por si alguien no lo sabía, soy estudiante de 2º de bachillerato, concretamente del bachillerato científico. En una de esas mañanas que te levantas con el pie izquierdo y te tienes que pasar 6 horas escuchando gente sin parar y prestando atención, me puse a escribir esta dura crítica camuflada por un sentimiento de angustia y frustación, siempre con un carácter filosófico. Este relato está prácticamente hecho mediante la escritura automática, así que había momentos que escribía pensando en otras cosas; es por eso que se puede ver un clarísimo reflejo de mi mente en él.


     El día es claro, con un cielo añil impropio e inusual en esta época del año, aunque acompañado del frío anunciado repetidas veces y que acompaña nuestras vidas desde hace más de dos semanas. La monotonía típica de un día laboral, a veces interrumpida por algún que otro comunicado megafónico, merma mi psique hasta límites insospechados y obliga a mi mente a deshacerse de los yugos de la atención y la memorización con objeto de viajar incorpóreamente por todos aquellos recónditos lugares en los que muy a gusto reposaría plácidamente hasta llegar al alba. Estar rodeado de tanta gente con cara somnolienta despierta mi interés en escapar de una vez por todas, olvidarme de los problemas que corroen mis entrañas y poder viajar libre sin rumbo, durante todos los años de los que disponga en mi vida. Pero no puedo. Ahogo un grito de angustia con una tos ronca y áspera, producto de un humo inhalado horas atrás, un humo denso e hiriente para mi cuerpo, aunque actúe como una especie de panacea para mi agotada alma. Quiero salir de aquí, relajar los sentidos y vaciar mi mente de cosas innecesarias, meras fruslerías para mi cerebro, para así centrarme en lo que de verdad importa, en lo que se centra la vida de cuantos he conocido. Pero uno no puede abstraerse así como así, dejando de lado las preocupaciones y los fantasmas que invaden nuestras vidas para llegar hasta donde nos permite la imaginación.

     Siento un incesante hormigueo que sube y baja por mis piernas, aletargadas y cansadas de estar toda la mañana en una misma posición, y llega hasta mis brazos, que, inquietamente, cambian de posición sistemáticamente cada medio minuto, impacientes por abandonar su hibernación diaria. Una monótona voz taladra mis oídos y me extrae a cada segundo de mi oasis de conocimientos, externos a los que tratan de inculcarme día tras día desde que la memoria me funciona. Mis ojos entran en constante combate contra el sueño, a fin de no dormirme durante las importantes banalidades con las que me bombardean desde primera hora de la mañana hasta que dan cierta cancha para ir a casa a descansar. Oteo el horizonte, pero sólo llego a ver las rojizas paredes de los edificios cercanos, con los ir y venir de la gente que los habita, con sus insulsas vidas y sus problemas superficiales. Frustrado por este encierro deliberado sólo me queda dejar pasar el tiempo hasta que llegue la hora de partir.

     No obstante, el pensar en la vuelta a casa no sosiega mi espíritu, al contrario, hace que recuerde mi situación vital en esta sociedad; subyugado a terceras personas que, aunque me procuren el cumplimiento de mis necesidades, no deja de ser una fría relación entre el amo y su esclavo. Los latigazos de rutina y ensimismamiento que recibo constantemente impide que pueda deshacerme del mundanal materialismo para explorar todas las caras que me ofrece el conocimiento absoluto, al que sólo puedo acceder siendo yo mismo, no como persona, si no como yo mismo. Ensimismado en todas estas ideas, me he aislado sin darme cuenta en mí mismo, algo que creía imposible y muy fructífero; pero me he equivocado en ambas afirmaciones: no es algo imposible, pero tampoco es útil. Posiblemente me sienta atrapado, pero no por una sociedad opresora, si no que yo mismo me he encerrado entre mis pensamientos y me he aislado del mundo durante unos preciosos momentos en los que he reflexionado profundamente y me he introspeccionado. Quizás la solución no sea salir de uno mismo, si no atreverse a entrar.

domingo, 12 de febrero de 2012

Noche roja

He recuperado este poema de una libreta que usaba en 3º de la ESO, y por le que gané un bonito premio en cheque regalo de una papelería de mi ciudad por valor de 150 euros. Está mal escrito, no rima, ni siquiera sigue una métrica clara, pero le tengo mucho aprecio y creo que logra transmitir parte del sentimiento que usé en su realización.



Fría noche de invierno,
el sueño no puedo conciliar.
Tu suave y cálido pelo
entre mis dedos dejo escapar.

El recuerdo de tus ojos,
dos luceros en mi oscuridad
que lentamente se apagan,
haciendo desaparecer mi seguridad.

Tu suave tez de porcelana,
blanca como la nieve
quisiera yo tocar,
mas nunca vuelve.

Tus labios hechos están
de sangre derramada
al no poder conseguir
mi diosa deseada.

Sin ti
mi vida no puede seguir,
un simple recuerdo anhelado
para siempre va a morir.

Pájaros por el algodón,
cervatillos por los prados.
Le vino como la noche
por unos rubíes rojos.

La sangre se derrama
por sus enturbiados ojos.
Pájaros por el algodón,
pájaros que vagan solos.

sábado, 11 de febrero de 2012

La prostitución antes y ahora


     Desde tiempos muy remotos el hecho de ofrecerse sexualmente a cambio de bienes materiales es una costumbre social que ha ido experimentando un gran cambio debido a la evolución de las personas y de la sociedad que hemos creado. En las eras más primitivas los hombres del poblado ya intercambiaban relaciones sexuales a cambio de bienes, comida, cobijo... Los hombres alfa de las tribus podían elegir las mujeres que consideraban idóneas para reproducirse y procrear. Pasados ya muchos años las costumbres han ido evolucionando, estando la prostitución muy marcada en la historia, pasando por la era babilónica, el Antiguo Oriente, la Grecia Clásica, el auge del Imperio Romano y las más recientes edades Moderna y Contemporánea.

     La prostitución no ha existido desde siempre como tal. Bien es cierto que, tal y como se ha comentado antes, en las primeras sociedades primitivas se intercambiaban placeres sexuales por objetos, pero no es hasta que la tecnología del neolítico hubo rebasado ciertos límites que la prostitución deja de ser una necesidad para muchas mujeres y pasa a formar parte de otro tipo de sociedad muy distinta y más parecida a la actual en la que los bienes materiales de cada individuo determinaba su rol en la población. Es entonces cuando a las mujeres que practican dicho oficio pasan a ser propiamente llamadas prostitutas, que lo único que buscan es aumentar su calidad de vida en relación con el resto de personas de la sociedad utilizando la complacencia de las necesidades fisiológicas de las personas.

     Han pasado muchos años desde esos orígenes, pero la definición de prostitución es la misma: mantener relaciones sexuales con otras personas a cambio de bienes, en el caso de la actualidad dinero. Pero lo verdaderamente sorprendente no es esa invariación del significado, si no el gigantesco cambio que ha hecho la sociedad con respecto a la visión que se le tiene. Paulatinamente hemos ido tachando a las prostitutas de no tener una ética o una moral y de ser un grupo vergonzoso y despreciable, aunque eso no sea así. ¿Cómo se ha transformado un oficio antiguamente admirable y casi necesario a una práctica que deba ser erradicada de inmediato? Seguramente se encontrarían muchas respuestas a esta pregunta, pero cada respuesta pertenecería a un punto de vista distinto y no a una visión global de la sociedad actual.

     A partir del siglo XVI la prostitución pasa a ser ilegal en la mayoría de países, incluida España, pero no dejó de ser un negocio floreciente y con aportaciones de muchos beneficios para quien lo practicase. La Iglesia católica ha pasado de verla como un acto que debía ser eliminado con urgencia a un yugo que mantenía a las mujeres esclavizadas por su condición social y que debían ser liberadas y perdonadas. Ahora estamos atravesando otra etapa de intransigencia por parte de la Iglesia que opina que la prostitución es un pecado grave e incluso deleznable. En la Edad Moderna, durante el renacimiento las prostitutas no podían ejercer en la calle ya que podían ser sancionadas incluso con la cárcel.

     En gran parte la prohibición y posterior regulación de estas prácticas fue debida al gran número de enfermedades de transmisión sexual que se detectaron y que acababan con la vida de muchas mujeres y de algún hombre. Hoy día está muy regulado pero es legal ofrecer servicios sexuales a cambio de dinero en la mayoría de países, exceptuando EE.UU. y algunos países árabes. La dura regulación actual incluye la prohibición de prostitución callejera y el obligado uso de métodos anticonceptivos como los profilácticos para los hombres.

     Otro punto a tratar cuando se habla de prostitución es la inclusión no tan reciente de los hombres en estas prácticas, que ha dado lugar a numerosos debates sobretodo en el ámbito religioso. Hay muchos hombres que ofrecen servicios sexuales a cambio de dinero, aún siendo una minoría. Ya se consta la presencia de varones en estas prácticas en la Grecia Clásica, que no sólo ofrecían sus servicios a las mujeres, si no que entablaban relaciones con personas del mismo sexo. Años más tarde las duras penas que se aplicaban a los prostitutos, aún mayores que las aplicadas a las prostitutas (sobretodo si complacían sexualmente a otro hombre), dieron lugar a la rápida dispersión de este reducido colectivo que hasta hace muy poco se mantenían en el anonimato. No fue hasta los años sesenta y setenta que volvieron a surgir poco a poco después de una serie de duras represiones que sacudieron el mundo entero.

     Desde mi punto de vista la prostitución no es un oficio por el que se deba estar avergonzado, ya que aún no siendo un trabajo reconocido o bien remunerado es una forma como otra cualquiera de ganarse la vida, aunque a la sociedad no le parezca políticamente correcto ni ético; y de seguir con esta actitud podría llegar a desaparecer, cosa improbable a corto plazo y acabaríamos con una tradición milenaria. Puede ser que en años venideros la óptica de la gente haya cambiado bastante y las cosas que ahora pensamos que son de una forma pueden llegar a ser de otra forma muy distinta.

     En resumen y para concluir, la prostitución ha sido, es y será un hecho presente en esta sociedad que busca mejorar la calidad de vida, entre otras cosas supliendo las necesidades fisiológicas de los humanos como comer o complacer los deseos sexuales, y dependiendo del pensamiento de la gente en cada época se considerará de una forma o de otra.