y me fijo en tu
radiante tez,
formada a partir
de, tal vez,
la más fina
porcelana.
Tu mirada
penetrante
hace enloquecer mi
corazón.
Ojos oscuros como
carbón,
te quisiera aquí
delante.
No sé si podré
tenerte,
algún día o para
siempre,
y entre mis brazos
quedarte.
Desde el albor de
la mente,
hasta el ocaso del
alma,
me enamoro
lentamente.
Unas líneas finas carmesí,
intensamente trazadas,
con tus sonrisas cazadas
que están enlazadas entre sí.
Sedoso manto azabache
reposa desordenado
sobre el hermoso acabado
de un rostro sabor guirlache.
No sé si podré tenerte,
algún día o para siempre
y entre sollozos quererte.
Desde el albor de la mente,
hasta el ocaso del alma,
te esfumas rápidamente
hasta convertirte en nada.
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