Érase
una vez, en una pequeña aldea situada en medio de un pequeño
bosque, vivía una gentil gente. Mercaderes, pastores,
agricultores... todos vivían en harmonía. Y en medio de aquel
pueblecito, se alzaba sobre ellos un bonito castillo, con sus torres
y sus almenas. En él habitaban un rey y su hija princesa, la cual
pasaba las tardes dando de comer a los pájaros en el patio de dicho
castillo. Soñaba día y noche con encontrar un príncipe del que
enamorarse para poder casarse con él.
Un
buen día, en esa pequeña aldea, un enorme gigante se acercó. Todos
huyeron atemorizados, dejando sus quehaceres a medias y
resguardándose en el castillo, el único lugar seguro de la zona. El
rey convocó asamblea extraordinaria, y todo el pueblo se reunión en
torno al trono para decidir qué hacer. Finalmente, y ante la
tristeza de todos los presentes, se decidió que lo mejor era
sacrificar una persona al día, de forma que el gigante pudiese
dejarlos en paz. El sacrificado se elegiría a sorteo cada día, a lo
que nadie puso pegas, pues todos querían lo mejor para sus vecinos y
sus familias.
Tras
unos días, la fortuna decidió que fuera la princesa la que saliera
elegida. El rey pidió un segundo sorteo, pero la princesa, con gran
honor y compasión, decidió sacrificarse por el bien del pueblo.
Estaba lista, preparada ante el gran y malvado gigante, cuando de
repente, en la lejanía, la silueta de un caballero montado sobre su
corcel se vislumbraba. Éste, al ver a la princesa en apuros,
desenvainó su espada y retó al gigante a un duelo. Éste aceptó,
sin saber la amarga derrota que le esperaba.
Al
amanecer del día siguiente, tanto el caballero desconocido como el
gigante aparecieron en el descampado de los duelos, rodeado de toda
la gente dle pueblo, que no querían perderse tal evento. El duelo se
dio por comenzado, y el caballero agarró con fuerza su espada y
arremetió contra la espinilla del giante. Éste gritó dolorido y se
desplomó al suelo con un gran golpe seco. Estaba muerto.
La
gente vitoreó al caballero, el cual reveló su grandiosa belleza al
quitarse el yelmo. Al mirar a los ojos de la princesa, ambos se
enamoraron perdidamente el uno del otro y decidieron celebrar la boda
ese mismo día, ante el cuerpo sin vida del gigante que unos días
antes había atemorizado al pueblo. Desde ese día, todos fueron
felices y comieron perdices. FIN.
¡ALTO
AHÍ! ¡Para! ¡Stop! ¡Quieto!
¿Cómo?
¿Quién es? ¿Qué sucede?
Bien.
Me han llamado del Centro de Literatura Mediocre, el CLM, para
informarme de tu actividad. Debes saber que lo que acabas de hacer
atenta contra la ley para la escritura creativa vigente el 23 de...
¿Qué?
¿Qué está diciendo? ¿Quién es? ¿Y cómo se atreve a interrumpir
mi historia? Había quedado muy bien.
¿Perdone?
(¿Le puedo tutear?)
Sí,
claro.
Bien.
¿Perdona? Primero, he esperado pacientemente a que acabaras la
historia, para ver si el final resultaba algo mejor, pero está claro
que te sobrevaloré. Después, la historia no ha quedado "bien".
Ni siquiera ha quedado. De hecho, no lo llamaría ni historia.
Anécdota de borracho, eso sí, sería más apropiado. ¿No has visto
la pedazo de mierda que has escrito? ¿Estás ciego?
¿Cómo
te atreves? Yo he creado esta historia, es mía, y yo hago lo que me
da la gana con ella. ¿Te queda claro?
¡Error!
Porque sea tuya no quiere decir que puedas hacer lo que quieras. Aún
si fueras un filósofo, te podría colocar esto como reflexión o
paradoja, pero no. Tú mismo lo has clasificado en el apartado de
"historias". Y siento decirte, amigo mío...
No
soy tu amigo.
...
que "eso" que has escrito tú no es ni por asomo una
"historia".
Es
una historia porque cuenta cosas. Y punto. No es tan complicado de
entender.
No,
amigo mío...
Que
no soy tu amigo.
...
estás muy equivocado. Una historia tiene personalidad, sentimientos,
profundidad, moraleja, personajes, psicología, énfasis, éxtasis,
alma...
Que
sí, que sí... ¿Has terminado ya?
Me
ofendes, amigo mío...
No,
no soy tu amigo.
...
me ofendes. Para que quede claro, yo no soy aquí tu enemigo;...
Tampoco
eres mi amigo.
...
soy tu amigo.
No,
creo que ha quedado bastante claro que no.
Sé
lo que estás pensando. ¿Por
qué lo he hecho tan mal? ¿Cómo puedo mejorar? No quiero ser un
mediocre toda mi vida...
Yo
no pienso eso.
Pero
tú no tienes que pensar en eso.
No
lo hago.
¿Eres
un mediocre? ¿Y qué más da? No todo el mundo está hecho para ser
alguien. Tú, amigo mío...
Sigo
sin ser tu amigo.
...
no eres tan mediocre como pueda parecer. Lo veo en tí, eres
especial, eres un mediocre que puede no ser un mediocre.
La
verdad es que no me considero un mediocre para nada.
¿Ves?
¡Esa es la actitud! No soy un mediocre. Soy el mejor. Arrasaré
con todo el mundo y asesinaré todo aquel que me critique.
No,
si yo acepto las críticas bastante bien. Y la mayoría son bastante
positivas.
¡Eso
es! ¡Sigue así! Piensa en grande y serás grande. Di que sí. Y
estás de suerte, amigo mío,...
No
quiero ser tu amigo.
...
pues hoy me siento generoso. Te ayudaré. Sí, eso es, te ayudaré a
escribir una gran historia. ¿No es fantástico?
No.
Tú
y yo, codo con codo, ambos aportando ideas para crear la mejor
historia del mundo. Tira a la papelera toda esa mierda y comencemos
de nuevo. Tu imaginación y mi control de la lengua y la escritura.
¡Seremos imparables!
No hay comentarios:
Publicar un comentario