domingo, 9 de marzo de 2014

Mensaje de una patata ondulada con salsa barbacoa

No puedo tocarte. No puedo olerte. No puedo saborearte. Pero sí puedo amarte. Estás ahí, día tras día, dispuesto a formar parte de mi vida, dispuesto a formar parte de mí. Ignoras mis defectos, potencias mis virtudes y, lo más importante, me aceptas así. Nos ha tocado vivir una situación dura, y en otras circunstancias no lo habría soportado más tiempo, pero... ¿cómo negar mi felicidad? Todo tú eres lo que necesito, y no me importa esperar el tiempo que haga falta, pues sé que toda espera merece la pena. Tú me das fuerza, me brindas fortaleza y me ofreces tu corazón. El rumbo de mi vida da vueltas, el camino se va oscureciendo, pero ahora al menos puedo ver una luz al final de todo esto. ¿Qué es esperar dos, tres o hasta diez años, sabiendo que después de eso ya se acabarán todas las pesadillas? No me importa donde vivas, pues en el fondo sé que siempre estarás conmigo y, aunque suene raro, uno aprende a vivir con una compañía tan vacía y a la vez tan completa. ¿Quién sabe si hay otros caminos para la felicidad? Yo me quedo con el mío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario