domingo, 9 de marzo de 2014

Día de la mujer trabajadora

Hola. Me llamo Elisabeth, y soy el prototipo de mujer trabajadora que todos esperan que sea. Este 8 de marzo he visto por las noticias muchas manifestaciones de mujeres luchando por sus derechos. ¿Irónico, no? Es decir, yo no me meto en la vida de los demás, pero creo que resulta innecesario luchar por algo que ya hemos conseguido. O sea, la historia no nos ha favorecido mucho, es verdad, pero hemos llegado un punto en el que todo esto ha cambiado. Muchos dicen que somos marionetas de los hombres, pero yo no lo veo así. Somos la columna vertebral de la sociedad, sin nosotras los hombres de todo el mundo no podrían haber conseguido lo que han conseguido. Podría decirse incluso que nuestro apoyo ha sido completamente necesario para el transcurso de la historia. Hombres y mujeres formamos una simbiosis casi perfecta, cada uno tiene su papel y gracias a ello estamos donde estamos. ¿O acaso podría un científico investigar y descubrir el universo si tuviese que preocuparse de cosas tan banales como hacer la compra de la semana o cuidar a sus hijos? Yo creo que no.

Mi marido lleva años trabajando en el sector de la construcción. Se pasa muchas horas al día trabajando, y cuando llega a casa es normal que solo quiera descansar y relajarse. Ahí es cuando entro yo, procurando que su estancia en casa sea lo más agradable posible, así él puede ir a trabajar al día siguiente a gusto y traer más dinero a casa. Ambos tenemos nuestro papel, e intercambiarlos sería una locura. Yo no podría cargar sacos de cemento como lo hace él, no tengo tanta fuerza. Es absurdo.

Todas esas mujeres que salen por la tele, exigiendo puestos de trabajo y una mayor participación laboral... ¿No se dan cuenta? Es del todo innecesario, yo prefiero mil veces no tener que preocuparme de ir a trabajar y poder quedarme en casa, limpiando y cocinando, tan tranquila. La sociedad está montada así, y las mujeres salen ganando. Somos el brazo que eleva a los hombres donde están, sin nosotras la sociedad no podría avanzar. Y a todos esos que dicen que hablo sin saber, debo decir que de joven ya tuve mi época de trabajar de recepcionista en un hotel, y es algo que no volvería  a hacer nunca más.

Menos mal que encontré un buen marido que me aleja de las preocupaciones del mundo laboral, alguien con el que confiar, alguien que me mantiene. Nunca había estado tan en deuda con alguien. Lo mínimo que puedo hacer es obedecerle y hacer lo que me pida. ¿Que mi marido ha tenido un día duro? Ahí estoy yo para prepararle una buena comida, o para servirle una buena cerveza. Él gana el dinero, así que él es el que manda.

Mujeres del mundo, aceptemos de una vez nuestro rol, no nos dejemos engañar por todas esas luces de la sociedad moderna. No necesitamos tener el control de la sociedad, pues tenemos el control de los hombres. Aunque bueno, esta es solo mi opinión...


Dedicado a todas aquellas mujeres que se conforman con vivir en la sombra del poder. Su opinión es tan válida como otra cualquiera, así que dejemos que sueñen con su libertad, siempre y cuando las cadenas les dejen dormir.

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