sábado, 6 de mayo de 2017

Calla y aprende, gilipollas

Te perdono. Has sido un imbécil, egoísta e infantil. Creeías que toda la culpa era de los demás, que tú estabas libre de culpa. Pero nada más lejos de la realidad.

Siempre he pensado que eras un causante de problemas, pero no era realmente así. Sí, eres el origen de la mayoría de los problemas que te rodean, pero paradójcamente, tampoco tienes la culpa. Todos nos rodeamos de unas u otras situaciones, y lo importante es que tú ya no tienes miedo de ninguna de ellas. Has superado situaciones tan complejas, que no puedo más que mostrar admiración.

Pero tampoco perdamos el foco.

Sigo pensando que eres gilipollas, que la cagas a cada buena acción que intentas realizar, que te crees el más inteligente y el más experimentado de todos cuanto te rodean. Y te voy a dar una pista; no es así. No eres más que una persona normal y corriente, rodeada de personas normales y corrientes, con el mismo potencial que podría tener tu vecino. La única diferencia notable es que te conozco bastante bien, y aunque a veces me sorprendas para mal, siempre consigo aprender de esos grasos errores que cometes.

Es hasta divertido pensar en la inmensa cantidad de errores que has cometido para llegar hasta donde has llegado. Tu vida no se basa más que en un reguero de malas decisiones, fallos, mentiras y mucha angustia. Pero es que eres gilipollas, y eso sólo el tiempo lo cura.

La verdad es que te quiero, me gusta el como eres y créeme cuando te digo que no te cambiaría por nada del mundo. Ojalá hubiese alguien más como tú, eso haría que no me sintiese tan solo. Pero bueno... sólo pido que reacciones, aprendas y recctifiques, pero no a cambio de sacrificar quién eres, si no simplemente haciéndote más grande y más sabio. Es lo que tiene crecer.

Con todo el respeto y cariño que siento hacia ti, te dedico un enorme abrazo, que sé que lo necesitas.

Sólo de mí para... mí.

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