domingo, 10 de febrero de 2013

Colgante maldito

     En todas las largas travesías en las que me he embarcado han sucedido cosas increíbles, sucesos totalmente inverosímiles que no se creería ni el más fantasioso lobo de mar. No obstante, lo que ha sucedido esta vez es incluso más irreal, hasta el punto que ni yo sé exactamente lo que ha sucedido; y no estoy hablando de ninguna monstruosidad marina ni de una abominación de la naturaleza, no; de hecho, asombra la repercusión que ha tenido en mí algo tan pequeño, tan insignificante. Es ese maldito colgante, tan hermoso como peligroso, con una forma extraña, como una gota de lluvia, o quizás una lágrima petrificada. Lo encontré entre los restos de la última escaramuza, en el frío cuello de una niña, una hermosa e inerte niña. No sé qué me impulsó a hacerlo, pero el hecho es que lo cogí, y por ello estoy en este tremendo embrollo. He dejado mi navío con toda la tripulación a la deriva, a merced de nuestro Señor, y he huido como una asquerosa rata, no sin antes inutilizar el timón de mi hermoso barco. Sólo me ha dado tiempo a coger el cuaderno de bitácora y el colgante, antes de apresurarme a surcar los siete mares en tan cochambroso bote con la única compañía de mi soledad y unos remordimientos insufribles. Un pirata curtido como yo no habría hecho tal temeridad, pero el artefacto me nubla el cerebro y no me deja pensar. Lo único sensato que he podido hacer es lanzar el terrorífico abalorio al mar, esperando que éste lo engulla y lo haga desaparecer para siempre. Ahora sólo queda esperar, esperar una devastadora tormenta que deshaga mi modesta embarcación en mil trozos y me envíe a las profundidades del océano, donde merezco estar. Sólo espero que este cuaderno llegue a manos de otro, es necesario que todo el mundo conozca el peligro de tan detestable artefacto, ese colgante... colgante maldito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario