El siguiente texto no son más que unas pocas líneas a modo de despedida hacia un profesor que se ha jubilado recientemente en mi instituto (y hacia el que tenía un gran respeto y admiración).
A
lo largo de todos estos años como estudiantes hemos tenido muchos
profesores, algunos mejores que otros, pero está claro que sólo
unos pocos permanecerán en nuestra memoria. Un profesor no es sólo
aquél que instruye en una materia, también pone a nuestra
disposición su experiencia y sus conocimientos para formarnos como
personas y poder así hacer frente a lo que nos depare el futuro. La
física no es una asignatura fácil, ni tampoco algo que entienda
todo el mundo, pero personas como tú la hacen más sencilla y
cercana, con tu pasión, tu vocación y, en definitiva, tus ganas de
hacernos ser mejores tanto en los estudios como en la vida real:
nuestra futura vida real. Sabemos que educarnos puede resultar
frustrante y algo agotador, pero con tu empeño, casi nunca
suficientemente valorado, y tu interés en formarnos, que a veces no
sabemos ver, has hecho de nosotros grandes personas. Han sido muchos
años de esfuerzos y trabajo duro, que aunque no han sido en vano,
seguro que acaban cansando. No hemos sido los primeros, pero sí los
últimos, y está en nuestras manos que te vayas con la satisfacción
de que no has perdido el tiempo y nos has enseñado más de lo que
nadie se puede llegar a imaginar. Es hora de que disfrutes muchos
años más de una vida plena haciendo lo que te guste, quizás
aprendiendo cosas nuevas, quizás relajándote y dejándote llevar,
pero ten por seguro que siempre permanecerás con nosotros, vayamos
donde vayamos y hagamos lo que hagamos. Permítenos ofrecerte un
pequeño obsequio por tu gran labor, que aunque no podamos
compensarte como te mereces, nos gustaría dejarte con un buen sabor
de boca.
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